miércoles, 27 de diciembre de 2017

La doble campeona del mundo de ajedrez renuncia a defender sus títulos en Arabia Saudí por el trato a las mujeres en el país


La ucraniana Anna Muzychuk esgrime sus "principios" para no acudir a un país donde la mujer es tratada como "una criatura de segunda"

La doble campeona del mundo de ajedrez, la ucraniana Anna Muzychuk, ha anunciado que renuncia a defender sus títulos en el Mundial de partidas rápidas y relámpago que se va a celebrar estos días en Arabia Saudí. ¿La razón? El machismo imperante en el país. En un comunicado publicado en su cuenta de Facebook, Muzychuk, de 27 años, esgrime sus "principios" para no acudir a un país donde la tratarían como "una criatura de segunda" por ser mujer.

"Estoy dispuesta a defender mis principios y saltarme el evento, donde en cinco días esperaba ganar más de lo que consigo en 12 torneos juntos. Todo eso es molesto, pero lo más molesto es que casi a nadie le importa", escribe Muzychuk.

Muzychuk se niega a aceptar las normas que impone Arabia Saudí a las mujeres. "He decidido no ir a Araba Saudí. No jugar con las reglas de otro, no llevar abaya -la túnica larga que se lleva en los países árabes-, no ser acompañado al salir y no sentirme una criatura de segunda", añade.

Según informa el diario Marca, la organización del Mundial había dado permiso para que las mujeres pudieran jugar sin llevar hiyab (velo que cubre la cabeza), pero imponía otras normas en el vestir: "trajes formales azul marino o negro, con camisas blancas, de cuello abierto o con corbata; y trajes de pantalón, con blusas blancas de cuello alto para mujeres".

La de Muzychuk no será la única ausencia. Su hermana, Mariya, también ajedrecista, tampoco acudirá al Mundial de Arabia Saudí. Y tampoco estarán siete ajedrecistas israelíes a los que Arabia Saudí ha impedido la entrada en el país. Arabia Saudí no mantiene relaciones diplomáticas con Israel. 

Fuente Público

viernes, 22 de diciembre de 2017

"Prefiero tener un árbol a tener una mujer": la polémica canción machista de la Legión


IU ha compartido este jueves un vídeo en el que se puede ver a miembros de la Legión coreando por Sanlúcar una canción machista. El Ejército de Tierra ha prohibido que esto se repita

El Ejército de Tierra ha prohibido a sus miembros que reproduzcan cánticos "carentes de oportunidad" que "no muestran la realidad" de las Fuerzas Armadas después de la polémica generada por la Legión en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en una marcha por la ciudad reproduciendo una canción con letra machista.

Izquierda Unida compartió este jueves un vídeo en el que se puede ver a miembros de la Legión coreando por las calles de Sanlúcar una canción con frases como: "Prefiero tener un tanque a tener una mujer; porque el tanque va a la guerra y la mujer la guerra es. Prefiero tener un árbol a tener una mujer; porque el árbol tiene ramas y la mujer ramera es. Prefiero tener un perro a tener una mujer; porque el perro ladra que ladra y la mujer ladrona es".



domingo, 17 de diciembre de 2017

El año feminista



Si el movimiento contra el acoso sexual resiste los ataques, puede marcar la historia del feminismo


El año que está a punto de terminar ha sido escenario de un movimiento que puede traer magnificas consecuencias: las mujeres han empezado a reclamar su voz en el espacio público y a denunciar sistemáticamente el acoso sexual a que son sometidas en ese espacio común. Si ese movimiento resiste los ataques a que ha sido sometido y consigue mantenerse en el tiempo, puede ser uno de los acontecimientos que marquen la historia del feminismo.

Es innegable que la situación de las mujeres ha experimentado un cambio impresionante, si no en todo el mundo (India sigue siendo un país terriblemente cruel,incluso peor que algunas teocracias islámicas) sí al menos en su parte más desarrollada. Pero, como mantiene la filósofa Amelia Valcárcel, “ellas, las mujeres, han cambiado, pero se han encontrado con que ellos, los hombres, mantienen sus propias y viejas reglas”.

Ellos, los hombres, ocupan el espacio público en mucha mayor parte de lo que les corresponde y, por primera vez, parece que las mujeres se han hartado de esa actitud. El caso más emblemático es el famoso despatarre masculino,la tendencia de los hombres a sentarse en un espacio público, invadiendo el lugar de la mujer, encogida a su lado. Sin embargo, la ocupación más grave es la que se produce a la hora de hablar. La BBC publicó que, pese a la creencia de que las mujeres hablan más que los hombres, hay evidencia de que ocurre lo contrario. La historiadora Mary Beard ha documentado hasta qué punto los hombres creen que son ellos quienes deben hablar en el espacio público y otro estudio, titulado Silent Sex, asegura que hace falta que haya cuatro mujeres por cada hombre para que se conserve un cierto equilibrio en el espacio común. Es famoso el estudio que demostró la escandalosa cantidad de veces que Sonia Sotomayor, miembro del Tribunal Supremo de EE UU, era interrumpida por sus colegas.

La reacción de las mujeres frente a esta exhibición de poder masculino, esta especie de machorragia que padecen muchos hombres, incapaces de controlar su tendencia a ocupar todo el espacio público, bien sea con desparrame físico o con hemorragia verbal, empieza a ser consistente. “Deje de interrumpirme”, “deje de explicarme lo que acabo de decir” son frases que pronuncian cada día más mujeres, hartas de la presión que padecen.

Más importante aún es el movimiento conocido como Me, too que ha arrancado en EE UU como una denuncia del acoso sexual que padecen las actrices en el mundo del espectáculo, Me, too se está extendiendo a otros ámbitos de trabajo y ya son bastantes empresas en las que se colocan listas para que las mujeres afectadas denuncien a los protagonistas de ese acoso físico. La protesta iniciada en Hollywood ha llegado incluso a India, donde la ministra de la Mujer ha enviado una carta de 25 directores de cine y famosos actores pidiéndoles que acaben con los ataques a las mujeres en Bollywood.

“Van a acabar con la confianza entre hombres y mujeres”, se quejaba recientemente un columnista estadounidense, “si no podemos hablar con naturalidad”. ¿Qué tiene que ver la confianza con las continuas apelaciones a la condición sexual del interlocutor? La confianza no desaparecerá porque los hombres cambien sus viejas reglas.

Como ocurre siempre con las reivindicaciones feministas, nada será fácil. Hace tiempo que existe en el llamado internet profundo una red, Manosphere, que reúne a grupos de hombres que se sienten víctimas de la nueva presencia femenina y que denuncian lo que ellos llaman pérdida de valor cultural de lo “masculino”. Igual que renacen los grupos supremacistas blancos, están renaciendo grupos de supremacistas machos. Un peligro.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La carta de la hija de Ana Orantes 20 años después del asesinato de su madre



Raquel Orantes, la hija de Ana Orantes, homenajea a su madre con una carta en la que recalca la importancia de su caso en la lucha contra la violencia machista


El próximo 17 de septiembre se cumplen 20 años de la muerte de Ana Orantes la mujer que acudió a Canal Sur a denunciar que su marido la maltrataba y que fue asesinada trece días después.

Por este motivo, su hija Raquel Orantes le dedica esta emotiva carta:


Hola, mamá.

Te escribo en la distancia y pasado el tiempo, pero con la esperanza de que mis palabras lleguen de alguna manera a ti.

Hace ya 20 años que te arrancaron de nuestras vidas. Un desgraciado 17 de diciembre que ha marcado nuestras vidas de tu ausencia y ha llenado de lágrimas cada día. Me gustaría decirte que tu testimonio, ese con el que rompiste un silencio para denunciar un matrimonio de más de 40 años de maltrato, ha quedado marcado en la memoria de un país que hoy en día te recuerda; que muchas mujeres ven reflejado su dolor en tu dolor; que gracias a ese acto de valentía impulsaste, por fin, la creación de una ley integral contra la violencia de género; y que, en muchos casos, denuncias como la que tú realizaste no quedan impunes.

Me gustaría contarte que ni una mujer más ha tenido que abandonar su hogar, como lo hacías tú cuando tu agresor rompía en cólera, con todos nosotros avanzando delante de tu partida. Me gustaría contarte que las sentencias son justas, que los jueces no las siguen “interpretando”. Que al igual que tú, ninguna mujer tiene que convivir con su maltratador, que ninguna mujer, aunque haya roto la relación, tiene que vivir con el miedo de que en cualquier momento su agresor entre en casa. Que ningún hijo o hija tiene que permanecer alerta en sus sueños como lo hacíamos nosotros.

Aún recuerdo con angustia cómo, ante cualquier ruido, me levantaba con ese bate de béisbol que antaño sirvió para el juego, y que transformé en un arma de defensa. Con el número de la policía siempre a mano. Con la desazón de dejarte en muchos momentos sola porque tenía que trabajar. Tu angustia era la mía, cada mañana y cada noche.

Me encantaría decirte que todo ha cambiado. Que hay voluntad política, que las movilizaciones sociales son a una, y que todas las personas que trabajan para que se erradique la violencia hacia la mujer han conseguido avanzar. Ojalá decirte que hoy en día hijos e hijas de mujeres valientes como tú no somos los grandes olvidados de la barbarie.

Desearía contarte que nos protegen, que ya ningún niño ni niña llora en silencio su desgracia, acurrucados como lo hacía yo en la soledad gris y triste de su habitación. Que esos críos ya no son maltratados, mutilados psicológicamente, arrancados de sus hogares, asesinados en muchos casos...

Pero, mamá, eso no es así. Las víctimas, palabra que no me gusta porque somos supervivientes de la violencia -y tú lo sabes mejor que nadie-, siguen siendo las mismas. Siguen asesinando con impunidad; seguimos siendo, desgraciadamente, ciudadanas de segunda; y ley, hoy por hoy, no ha conseguido todo lo que debería.

Sabes que nuestras vidas, como hijos, nunca ha sido fácil. Presenciamos demasiadas peleas y agresiones; muchas de ellas, en carne propia. Sufrimos tanta hostilidad y desprecio de una persona que, se suponía, te quería, nos quería, pero que nos consideraba tan sólo objetos de su dominio, juguetes que manejaba a su antojo. Un ser destructor, autoritario, frío y agresivo en casa, pero gentil y agradable de puertas para afuera. Como decía tu padre, mi abuelo, un “candil de puerta ajena”. Alguien que no mostraba su verdadera faceta, alguien a quien desde bien pequeña no he tenido más que miedo, pavor y, aún sin saber muy bien por entonces su significado, desprecio.

Desprecio por todos esos malos gestos contigo y con nosotros, por esas agresiones que jamás nadie debe recibir de un padre o de un marido. Nuestra infancia se reduce a aquella que disfrutamos a ratos a tu lado, cuando él, a quien no considero padre, se alejaba. Esas temporadas en las que permanecía fuera varios meses, VIVÍAMOS, respirábamos, corríamos por las calles, sin el temor de que llegara. Disfrutábamos tanto... ¿verdad, mamá? De nuestra complicidad, de nuestras escapadas al centro de Granada. También recuerdo las visitas a tu madre, nuestra abuela, la que nos comía a besos y nos contaba historias; a la que veíamos y disfrutábamos tan poco... Un aislamiento impuesto que te separaba de todos aquellos a los que queríamos y que nos querían: tíos, abuelos, hermanos...

Te echo tanto de menos, mamá. Me haces tanta falta... En mis decisiones, en mi camino, en mi vida. Has sido y serás la mujer mas valiente y honesta que he conocido. Me has inculcado valores, y me has educado desde el respeto y el cariño.Has sido capaz de sacar adelante a tus 8 hijos, y has logrado que seamos hombres y mujeres de bien, como tú siempre has querido. Con el orgullo de un apellido, ORANTES, que significa todo.

Cuanto daría, mamá, por que siguieras aquí. Me imagino cuántas veces levantaste tu mirada hacia ese arco de Elvira que vio tu infancia y adolescencia pasar, cuántas veces te perdiste por las callejuelas de Granada. Cuántas veces bebiste en esa fuente que antaño calmaba la sed de los comerciantes que convivían en una calle ahora tan diferente... Cuántas te quedaste rendida, dormida cerca de la pequeña tienda que tu madre regentaba para sacaros a ti y a tus 5 hermanos adelante. Cuántas noches en vela perfilando las mantillas que lucen las mujeres en Semana Santa, cosiendo para poder llevar ese vestido de domingo que soñabas. Tan coqueta y femenina, tan llena de energía. Cuántas ilusiones acogería tu alma, cuántas añoranzas y risas derrochaste en esos tiempos en los que eras solo esa niña que crecía ajena a la desdicha y la sinrazón de su futuro. Cuánto daría por haberte librado de tanto sufrimiento.

A veces recorro la calle Elvira, donde naciste, y el barrio en el que te criaste, y cada vez lo disfruto más. Antes me inundaba la tristeza, pero ahora te imagino y me llenas el alma de tanto amor y tanta dicha de haberte tenido en mi vida que por un momento siento que estás aquí y sigues a mi lado. Mujer valiente donde las haya, mujer con principios. Ojalá estuvieras aquí para poder escribir ese libro que querías, porque como tú decías, tenías experiencias para hacerlo. Te extraño cada día,estás en mí y eso me consuela pero daría mi vida por otro último abrazo tuyo. Te echo de menos y siempre estás en mi pensamiento y en mi corazón. Hasta que nos volvamos a encontrar... Te quiero, mamá.

Fuente: La Ser

jueves, 7 de diciembre de 2017

¿Existe el matriarcado?

Matriarcado, Shyam Raman
Ejemplos de sociedades matriarcales por todo el mundo y el mito de la ginecocracia

Por Noemí Villaverde Maza en la Revista Mito

Hay numerosos ejemplos por todo el mundo en el que las mujeres, en diferentes esferas de su comunidad, son la base y juegan un papel central. ¿Pero qué es el matriarcado? ¿Son, en verdad, matriarcados, o sólo se trata de un mito occidental?

Hace 13 años, un grupo de mujeres en Kenia creó la aldea de Umoja que significa “la unidad”, en el idioma swahili. Una aldea dirigida completa y exclusivamente por mujeres, donde sentirse protegidas del maltrato y donde ir en busca de ayuda o simplemente consejo.

Rebecca Lolosoli es la matriarca de este pueblo. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad. Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear esta aldea con ayuda de sus compañeras.

Los Mosuo, en China, viven en la región del lago Lugu, un lugar aislado (hoy día para llegar hacen falta 9 horas en jeep) que ha permitido que el sistema de línea materna floreciera y perdurara. Es, quizá, el legado de una época en la que era frecuente que los padres murieran en guerras, vivieran como nómadas o fueran monjes budistas. En ausencia de los hombres, las mujeres recogían las cosechas, daban de comer a las familias e imponían las normas.

Mosuo, David Newbegin
Como en otras comunidades matriarcales, no hay violencia; son comunes el buen trato y la hospitalidad. Entre los Mosuo no tienen ninguna palabra para los conceptos de “asesinato”, “guerra”, “violación” o “cárcel” En este lugar, las mujeres son las únicas propietarias. La herencia se transmite de madre a hija. En cada una de las familias hay una matriarca , y ella cuida y administra todos los asuntos económicos y sociales del clan y de todas sus posesiones: la casa, los campos, los animales domésticos y el alimento. El clan está formado por una mujer, sus hijos, su madre, sus hermanos, sus hermanas y los hijos de esas mismas hermanas. No existen los maridos.

No existe el matrimonio. Los hombres y las mujeres nunca viven juntos; el hombre se encuentra, por las noches, a solas con su amada. Se mantienen enlazados sólo por el afecto, así que cuando éste desaparece nada los liga y se separan. Casi sin excepción, los hombres siguen viviendo, incluso después de ser padres, en casa de su madre, y ayudan a criar a los hijos de sus hermanas.

Frente la costa de Guinea Bissau, en Orango Grande, hay una sociedad matriarcal (etnia Bijagó) donde las mujeres gestionan la economía, el bienestar social, la ley… y el amor. En el tema del amor, son las mujeres, y no los hombres, quienes eligen. Ellas proponen públicamente colocando a sus futuros novios un plato de pescado marinado en aceite de palma roja. Una vez hecha la oferta, los hombres no pueden negarse. Rechazarlo hubiera significado deshonrar a su familia.

Mujeres africanas, N. Feans
Juchitan está en Oaxaca, México. La expectativa de vida es la más alta de México. El 81.6% de los niños están bien alimentados, algo llamativo teniendo en cuenta que la desnutrición infantil en otros lugares de México llega al 80%.

El comercio tradicional en Juchitán ha estado y está en manos femeninas, y se basa en la buena comida autóctona y en la economía de prestigio. En Juchitan se celebran mas de 600 fiestas al año, en las que se produce una constante redistribución de la riqueza material y humana. El honor y prestigio se adquiere mediante estas suntuosas fiestas de abundante comida y bebida.

Las mujeres exiliadas de Sáhara Occidental son los pilares sobre los que se asientan los campamentos de refugiados. Los Comités y Subcomités están dirigidos prácticamente por mujeres en todas las dairas. Ellas mantienen en pie las jaimas, articulan la vida social y económica de los campamentos y llevan, en definitiva, la administración de una supervivencia digna durante los casi 40 años que dura el exilio.

Saharauis, Alvaro León Rodriguez
En Meghalaya, noreste de la India y gran parte del norte-este, no hay ninguna restricción a la circulación física de la mujer, ni en su atuendo. No hay quema de novias, ni infanticidio femenino y no hay ningún estigma social asociado a una viuda para volver a casarse.

Tampoco hay dote: la mujer hereda todos los bienes aquí. Las mujeres dirigen empresas familiares, dominan los hogares y toman todas las decisiones clave de la familia.

Pero la violencia doméstica contra las mujeres está aumentando en Meghalaya. El número de casos de violación y abuso sexual contra las mujeres ha ido en aumento. La influencia del resto de la India y su cultura, llevada a través de las películas de Bollywood, comienza a tener efecto. 

Al fin y al cabo, no se trata de ginecocracias, porque las mujeres no ostentan la autoridad política, sólo la familiar. A nivel político, delegan en un hombre… ¿Entonces, existe el matriarcado?

Joan Manuel Cabezas, antropólogo, explica que lo que existe en occidente es “un mito sobre el matriarcado, fruto de la burguesía occidental europea, y cuyo principal ideólogo fue Bachofen, (jurista y antropólogo suizo) con la publicación en 1861 del libro El Derecho de la Madre. Según Bachofen, en los inicios de los tiempos hubo una época de gran tiranía sexual de los hombres, el ‘Hetairismo’, que causó que algunas mujeres se rebelaran y sometían a los hombres, establecían la familia y los obligaban a casarse.” Así surgió el mito del matriarcado “en el que se relaciona a las mujeres con la sociedad salvaje y primitiva, con la naturaleza, y que se contrapone al patriarcado que se asocia a la sociedad civilizada, política, industrial. Este mito también sirve como argumento para la dominación de los ‘salvajes’ de los pueblos que se estaban colonizando”, añade Cabezas.

“Anular el matriarcado basándose en que las mujeres no gobiernan, a pesar del hecho de que ellas juegan un papel central en otros aspectos, siempre me ha sonado a androcéntrico, rozando la misoginia.” rebate Peggy Reeves Sanday, antropóloga, que como Henrietta L. Moore y muchas otras antropólogas, denuncia el etnocentrismo de la Antropología y del Feminismo. Afirman que la situación de las mujeres no puede medirse con parámetros occidentales porque lo que en occidente es valorado como dador de poder, en otra cultura puede no ser tan relevante.

“Demasiados antropólogos han estado buscando una sociedad en la cual las mujeres controlan todos los aspectos de la vida cotidiana, incluido el gobierno”, dice Reeves. “Este modelo (y una perspectiva muy occidental sobre el poder) no encaja muy bien cuando observas culturas no occidentales, como los Minangkabau. En Sumatra Occidental mujeres y hombres se relacionan más como socios que desean alcanzar el bien común que como competidores gobernados por el egocéntrico interés propio.” Es decir, un matriarcado no es un patriarcado al revés (al igual que el feminismo no es lo contrario al machismo), no es una sociedad en la cual el poder y los recursos se encuentran en manos de las mujeres.

Ifi Amadiume es una antropóloga africana que estudió su propia cultura (Igbo de Nnobi en Nigeria). Su libro documenta que antes del siglo XIX, la cultura Nnobi exhibía un fuerte principio matricéntrico/matrifocal en la organización familiar; madres e hijos formaban distintas unidades económicas autosuficientes. Su sistema de género permitió crear la institución de las “hijas masculinas” (hijas que heredaban el patrimonio del padre y su linaje) y las “marido femeninas” (el matrimonio entre mujeres). Tras el colonialismo británico, el alto estatus social de la mujer fue suprimido por los sistemas occidentales de religión, educación y gobierno basados en principios patriarcales. De esta manera, la autora critica el actual etnocentrismo de los estudios sociales occidentales sobre la situación de las mujeres africanas.

Sin embargo, Britt-MarieThurén, también antropóloga, recalca que “El patriarcado es más o menos universal. Esto hay que matizarlo de muchas maneras, pero en algún sentido, en casi todo el mundo en muy pocas excepciones, las mujeres normalmente tienen menos posibilidades que los hombres de su misma sociedad, de su misma categoría social, etc.”

“Un hombre del público me dijo en una conferencia: “Entonces lo que estas diciendo es que el patriarcado es inevitable, si siempre ha existido y esta en todas partes no hay más remedio” (puso cara de contento ante esta constatación). Pero dije que no, porque hay cosas que nunca ha habido en el mundo y que en un momento dado empiezan a existir, como la agricultura. Los seres humanos estuvimos viviendo miles de años sin agricultura, ¿Por qué no va a empezar a suceder algo parecido con las relaciones de género? Podemos tener una esperanza de la evidencia abrumadora…”

lunes, 4 de diciembre de 2017

Perico el de los palotes era mujer

Carmen de Burgos 'Colombine', hacia 1901.
Varios actos por su 150º aniversario rescatan la figura de Carmen de Burgos 'Colombine', la primera corresponsal de guerra española

"Está tan cercana la muerte de Carmen de Burgos que no es posible con sinceridad enjuiciar la magnitud de su obra. Algún día espero y confío que habrán de revisarse los valores históricos y sociales de esta gran mujer", escribía Concha Peña en el Heraldo de Madrid el 14 de octubre de 1932, solo cinco días después de que Carmen de Burgos falleciera. Las esperanzas de Peña no cundieron. Todo lo contrario. Tras la Segunda República, Carmen de Burgos Colombine quedó enterrada, silenciada, desaparecida y todos los sinónimos posibles de una manera muy eficaz por quienes cumplieron esa misión: la de borrar la figura, la obra y el legado de una de las escritoras más importantes del primer tercio del siglo XX, primera redactora en plantilla de un periódico (hoy casi totalmente desconocida en las Redacciones) y la primera mujer española corresponsal de guerra.

Carmen de Burgos Colombine (1867-1932) nació en Rodalquilar (Almería) un 10 de diciembre de hace 150 años. Durante la primera parte de su vida, la que transcurrió en el siglo XIX, estuvo casada con un periodista, con el que tuvo un matrimonio "insufrible", según lo describe en una autobiografía que años después de este periodo le pidió el escritor Ramón Gómez de la Serna, autor 21 años más joven que ella que sería su pareja sentimental durante dos décadas. De su marido se quedó con lo que le enseñó de su profesión y con su hija, la única que sobrevivió, ninguno de los tres anteriores llegó al primer año de vida. Con el cambio de siglo, De Burgos pareció experimentar un viaje en el tiempo con respecto a la sociedad finisecular. En un momento en el que las mujeres no podían hacer nada sin la aprobación de un hombre y no eran dueñas casi ni de sí mismas, dejó a su marido, aprobó unas oposiciones de maestra y se marchó con su hija a vivir a Madrid.

En la capital tuvo muy claro lo que quería: participar en la intelectualidad del momento, conocer a pensadores y literatos que se reunían en las tertulias de los distinos cafés y escribir, sobre todo escribir. Lo consiguió. Se rodeó de Galdós, de Emilia Pardo Bazán, de Gregorio Marañón, mantuvo correspondencia con Juan Ramón Jiménez... Compartía con ellos la preocupación por el devenir del país, pero le daba su punto de vista: el de una mujer. Escribía desde lo que hoy se llamaría perspectiva de género mucho antes de que exisitiera ese concepto. Era consciente del poder que le daba el llegar a los lectores. Uno de sus primeros reportajes trataba sobre la situación de los niños en las cárceles. Ese fue solo el principio de una prolija carrera: más de cien novelas cortas, una docena de largas, ensayos, traducciones, cerca de 10.000 artículos de prensa, sobre los que versará la próxima publicación de Concepción Núñez Rey. Esta profesora, ya jubilada, del departamento de Filología Española III de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense ha dedicado su vida a Colombine. Hacia febrero quiere presentar los dos tomos de la obra periodística de Colombine, en los que ha reunido unos 300 textos. Este será uno de los actos de celebración del 150 aniversario, también la Biblioteca Nacional ha organizado una pequeña muestra bibliográfica que se puede ver hasta el 9 de diciembre con todo tipo de ediciones de la autora que se conservan en la institución y en el Ateneo de Madrid hay otra, hasta final de año, con portadas de sus publicaciones.
Todos los nombres

El título de la exposición de la biblioteca apela a uno de los nombres con los que se conoció a la periodista: La dama roja, lo que ha provocado cierto disgusto en Núñez, ya que era uno de los términos insultantes que usaban sus detractores, sobre el todo los sectores eclesiales. "Es una reducción que hicieron sus adversarios ideológicos. No perdonaron que una señora rompiera tantos moldes", dice la profesora. También la llamaron La divorciadora por su obra El divorcio en España (¡publicada en 1904!) en la que reunió las conclusiones que obtuvo tras pedir opinión sobre la necesidad de una ley que regulase el final de los matrimonios en una de sus columnas en el Diario Universal. Estas las firmaba como Colombine que pasó a ser el nombre por el que fue conocida. Entre 1917 y 1922, de manera anecdótica, usó el pseudónimo Perico el de los palotes para las reseñas literarias que escribía en el Heraldo de Madrid, periódico que mucho antes, en 1905, ya la había convertido en corresponsal en el extranjero.

En 1909 cubrió la guerra de Melilla (las tropas españolas contra las cabilas rifeñas), donde no solo narró la contienda, también la vida cotidiana de los soldados. Batalló —muy posiblemente literalmente en el hostil ambiente de las Redacciones— por hablar contra la pena de muerte, a favor del voto femenino, de la situación de los trabajadores más desfavorecidos, por abrir una ventana y mostrar lo que encontraba en sus viajes por Europa y América.

El querer vivir su vida y su afán de progreso social la llevaron a ser pionera en muchos campos, incluso en el que la borró de la historia, ya que era la primera mujer que aparecía en las listas de autores prohibidos durante el franquismo.

Fuente: El País

Mujeres pidiendo perdón a sus maridos por los errores cometidos durante el año



Durante el largo período de la historia de México conocida como el porfiriato se extendió entre las clases pudientes un extraño y humillante ritual: al finalizar el año la mujer se arrodillaba frente a su marido y perdía perdón por los errores cometidos a lo largo del año. En justa recompensa a su sumisión, el marido -magnánimo- perdonaba a su esposa los desmanes propios de su veleidoso carácter.

Las revistas y manuales de urbanidad de la época consideraban que por sus atributos y sus características la mujer era apta para la maternidad y las tares domésticas, pero inhábil para ejercer las actividades reservadas a los varones. Se pensaba que la mujer tenía varias obligaciones: la primera de ellas era atender al marido y generar en su hogar una atmósfera de apacibilidad.

“La joven porfiriana, debía ser educada con esmero en la modestia, recogida, amable y graciosa, so sólo ser virtuosa, sino siempre parecerlo. Su tarea era atender el hogar, cuidar de los hijos y guardar fidelidad al marido, obligada a permanecer en la privacidad, fuera del mundo público que estaba reservado solo para los hombres”, describe este texto sobre la época. “No podemos por ello inferir que las mujeres carecían de educación, se les educaba en la costura y confección, e incluso muchas sabían leer, escribir y contar, es por esto que a pesar de su invisibilidad”.

El ‘Manual de las Buenas Costumbres de Carreño’ [.pdf] y que sirvió de guía durante buena parte del porfiriato (1876-1911) explica sucintamente estas “peculiaridades” del carácter femenino:

“La mujer encierra en su ser todo lo que hay de mas bello e interesante en la naturaleza humana ; y esencialmente dispuesta a la virtud, por su conformación física y moral, y por la vida apacible que lleva, en su corazón encuentran digna morada las mas eminentes cualidades sociales. Pero la naturaleza no le ha concedido este privilegio, sino en cambio de grandes privaciones y sacrificios, y de gravísimos compromisos con la moral y con la sociedad ; y si aparecen en ella con mayor brillo y realce las dotes de la buena educación, de la misma manera resaltan en todos sus actos, como la más leve mancha en el cristal, hasta aquellos defectos insignificantes que en el hombre podrían alguna vez pasar sin ser percibidos.”

Porfirio Díaz fue un militar que ostentó el poder en México durante 30 años en el cambio de siglos entre el XIX y el XX. Su larguísimo caudillaje estuvo marcado por una moral estricta y conservadora, y una pretensión de modernización del país. El porfiriato finalizó abruptamente con el estallido de la Revolución mexicana y la huida de Porfirio Díaz a Francia.
Fuente: Público

martes, 28 de noviembre de 2017

La vida después de que un hombre mate a tu hija


La batalla de las madres mexicanas para que los feminicidios más crueles del país no se conviertan en una cifra más

ELENA REINA. México 25 NOV 2017 - 20:22 CET. El País

— Se te van a acabar las lágrimas, pero lo que no se te puede quitar es la rabia, esa sed de justicia, porque el día en que eso se te acabe, hasta ahí vas a llegar y nuestras hijas se merecen justicia.

Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio, despierta cada día con esas palabras tatuadas en su memoria. No siempre ha sido fuerte para sostenerlas. Hubo un momento en que deseó que todo terminara, que cremaran el cadáver de su hija de 22 años y pudiera de una vez encerrarse a llorar. Y estuvo a punto. Hasta que recordó que en México una madre no puede llorar. Todavía no. "Lo único que tiene mi hija para defenderse es su cuerpo", se repetía. Ya tenía todo listo para despedirse de ella, para olvidar su piel salpicada de moretones, heridas escamadas y aquel doloroso surco de un cable de teléfono en su cuello tan joven. Pero en un momento racional en medio de la tragedia, pensó que sería buena idea no olvidar nunca aquellas cicatrices. Y guarda las imágenes en su celular. Y le sirven para tomar fuerzas y gritarle a las autoridades que su hija no se suicidó. Que a su hija la mataron.

Con el cadáver de sus hijas en las manos todavía caliente, entregan las pruebas necesarias, presionan a las autoridades, señalan al asesino. No se fue con el novio, no era emocionalmente inestable, se moría de ganas de vivir, qué importa si estaba de fiesta, era solo una niña, no se lo merecía. El calvario de estas madres no termina con la sepultura de sus pequeñas. Acaba de comenzar.

3 de mayo de 2017: "Me va a hacer falta vida para descansar"


Araeli Osorio, madre de Lesvy Berlín Rivera. 
Araceli aprieta contra su pecho un relicario que guarda un mechón de pelo de Lesvy y una flor disecada que ella le regaló. Lleva siete meses aferrándose a la memoria de su hija para no tirar la toalla. Sus ojos son un grifo abierto, pero se empeña en seguir hablando, con tanta fuerza, que uno a veces se olvida de que está llorando.

"No podría irme a mi casa desde ese día 3 a encerrarme y dejar de buscar la verdad, porque si hubiera hecho eso, mi hija sería una cifra más de suicidio. Y además, el responsable estaría libre y esa persona en cualquier momento puede lastimar a otra mujer. Tenemos que hacer algo con estas muertes para que cobren un sentido", comenta a este diario.

Ha pedido una licencia en el trabajo para dedicarse completamente a la búsqueda de la verdad. Cada día acude a una audiencia, a una charla sobre feminicidios, organiza una manifestación. Esta pedagoga ha conseguido después de meses de batalla legal que el crimen de Lesvy sea considerado un feminicidio y que se investigue como tal. Ha soportado que la llamaran drogadicta, inestable y hasta que la culparan de su propia muerte.

La Fiscalía concluyó inicialmente que la joven de 22 años se había suicidado en una cabina de teléfono en presencia de su novio, pese a los numerosos cabos sueltos de aquella investigación. Araceli se encargó entonces de reunir todas las pruebas, de corregir el trabajo que había hecho el Ministerio Público. Y el pasado 19 de octubre un tribunal le dio la razón y el novio de su hija se enfrenta a un juicio por el asesinato de la joven.

"Si no hubiéramos hecho todo eso, el mensaje que hubieran dado las autoridades en México es que tú puedes venir a este país, puedes matar a una mujer y no pasa nada. No te van a juzgar con perspectiva de género, porque eso es absurdo", declara con firmeza.

En el país mueren asesinadas brutalmente siete mujeres al día, según las cifras oficiales. El caso de Lesvy, al ocurrir dentro de las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la capital, escandalizó a todo un país y movilizó a la comunidad universitaria.

5 de febrero de 2015: "No sólo asesinaron a mi hija. Nos mataron a todos"

Lorena Gutiérrez, madre de Fátima Varinia Quintana. 
En el escondite donde vive Lorena Gutiérrez, madre de Fátima Varinia Quintana, la humedad hiela los huesos. Hace meses que tuvo que abandonar todo, su casa, su trabajo, su familia, su vida. Después del brutal asesinato de su hija han tenido que desaparecer. La lucha por la justicia de Fátima les ha costado amenazas de muerte. Un día balearon su hogar mientras dormían.

El feminicidio de Fátima, de 12 años, fue uno de los crímenes más brutales del Estado de México. Tres jóvenes, uno de ellos menor de edad, arrastraron a su hija al bosque cuando regresaba de la escuela, cuando estaba sólo a unas cuadras de su casa. "Fue violada bestialmente, la apuñalaron más de noventa veces, le abrieron el pecho más de 30 centímetros, le cercenaron la entrepierna, le rompieron sus tobillos, fracturaron sus manos. Y mi hija fue una guerrera, lucho hasta el final, aún con todo eso no murió hasta que le arrojaron tres piedras de más de 30 kilos cada una, que fue lo que terminó con su vida", cuenta Lorena con los ojos muy abiertos, mientras golpea los nudillos con rabia contra la mesa de madera.

Cuando Lorena se percató de que su hija no había llegado a casa, corrió a buscarla. Y la encontró, semienterrada en la parte de atrás de la casa de estos chicos. Encontró el cuchillo con el que la cortaron, sus ropas ensangrentadas. Y los encontró a ellos. "Todo se lo entregamos a la Policía", recuerda. Pero aún así, uno de ellos, presuntamente ligado al crimen organizado, fue puesto en libertad. Y ahí comenzó la segunda parte de la pesadilla.

"No nada más asesinan a nuestras hijas, asesinaron a una familia completa. A 12 personas, cinco niños y siete adultos. Nos mataron a todos. Nos dejaron sin vida, sin libertad, Queremos recuperar nuestra paz. Queremos ser libres, porque aquí en México nosotros somos los prisioneros", cuenta. Todos están desplazados, no hablan con nadie, cambian la ruta cada día para regresar a su escondite y han gastado todos sus ahorros. Lo único que desea Lorena es sacar a sus hijos del país, ha pedido un asilo en Canadá.

Aunque uno de ellos ya está entre rejas y otro en un centro de menores, el presunto narco sigue suelto. Por las noches estudia el código penal y la ley estatal de víctimas del Estado de México. No duerme desde hace dos años y nueve meses para prepararse: "Voy a luchar por la justicia de mi niña, es mi misión en la vida. Pero también por las mamás de los feminicidios que no pueden hacerlo, por todos los casos que están ocultos, yo quiero ser su voz".

8 de junio de 2017: "Yo no la busco muerta. Yo la busco viva"

Yaqueline Ortiz, madre de Valeria Gutiérrez. 
A Yaqueline Ortiz un hombre le avisó de que había un cadáver a unas cuadras de su casa. Se le erizó la piel y no quiso ni escucharlo. "Yo no la busco muerta. Yo la busco viva", se dijo. Y siguió corriendo. Valeria Gutiérrez, de 11 años había desaparecido unas horas antes. Su miedo más terrible le impidió comprender que aquel cuerpo sin vida era el de su niña.

Valeria se había ido con su padre, que tenía la custodia de la menor los fines de semana. La subió a una camioneta de transporte público y se perdió en el tráfico. Él pedaleó sin descanso detrás de aquella furgoneta. Sabía que no se lo perdonaría jamás. Y no lo hizo. Unas horas después apareció muerta en aquel vehículo. El chófer la había violado y asesinado sin piedad. "Tenía sólo 11 años", se lamenta Yaqueline.

Desde los primeros minutos, cuando fueron a poner la denuncia por desaparición, las autoridades les dijeron que se calmasen, que quizá "se había ido con su novio". No lo podían creer. "Tenía sólo 11 años", les repitió. Y Yaqueline siguió haciendo lo imposible para encontrar aquella combi. Imprimió volantes, recorrió las calles, movilizó a los vecinos.

"Yo les dije a los policías: Oigan, ustedes son los servidores públicos y es el momento en el que pueden hacer su trabajo. Y deberían haberlo hecho, pero no. Lo hicimos nosotros por ellos", recuerda.

Llamó a un negocio donde sabía que había una cámara de seguridad y encontró el vídeo exacto donde podrían observar la matrícula. Con aquello, las autoridades pudieron trabajar y dar con el asesino. Los vecinos y su madre encontraron el cadáver sin vida de la pequeña. "Cuando vi las bandas amarillas [cordón policial], ahí se acabó todo. Las ilusiones de mi pequeña, sus sueños, todo. Ha sido muy difícil, de alguna forma yo no estoy padeciendo el ir a los juzgados a señalarlo, porque lo encontraron y lo metieron a la cárcel", cuenta. José Octavio Sánchez, de 43 años, apareció ahorcado en su celda tres días después.

"No he podido unirme en la lucha de las otras madres porque es abrir cada día la herida. Me he cambiado de casa. Intento sacar fuerzas por mi hija de cinco años. Porque un día me dijo: "Mamá, Vale ya no está, pero yo estoy aquí". Y tiene razón". Y no la pierde de vista. Sabe que el miedo le acompañará para siempre: "Lo de los feminicidios lo veía tan lejos, muy lejos. Pero, de repente, te das cuenta de que están tan cerca...".

Acción contra las grandes empresas que venden "feminismo" y explotan a sus trabajadoras


Acción feminista contra las empresas textiles. Vídeo realizado y editado por SCUM Girls.
 Música: She's a lady - Lion Babe Bounce It - Dave James

domingo, 26 de noviembre de 2017

La escalera de la violencia.


La socióloga Carmen Ruíz Repullo, utiliza el cuento de Pepa y Pepe, para mostrar de qué manera las y los adolescentes acceden al peligroso círculo de la violencia de género.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Kurdistán. LA REVOLUCIÓN ES FEMENINA. Por Abdullah Öcalan


Kurdistán/ Resumen Latinoamericano/Por Abdullah Öcalan.- Luego del despliegue mediático sobre la participación tan amplia de las mujeres en la Revolución de Rojava (Kurdistán de Siria) y la legítima defensa de Kobane, las mismas luchadoras criticaron el manejo de los medios que las instrumentaliza como fetiche y las vacía del sentido liberador por el que luchan, además de ocultar toda la historia de la lucha de las mujeres kurdas. Ellas nos proponen comprender cual es el pensamiento que sostiene su fuerza, a partir de que y como son sus propias organizaciones, como luchan, porque luchan, contra quien y por quienes… En este sentido, aquí compartimos un documento escrito por el líder kurdo Abdullah Ocalan sobre el sexismo y la liberación de las mujeres.

Reflexionar sobre la cuestión de los derechos de la mujer y escribir al respecto significa poner en tela de juicio toda la historia y la sociedad entera. Porque la explotación sistemática de la mujer ha alcanzado dimensiones inigualables.Observada desde esta perspectiva, la historia de la civilización puede ser definida como una historia de pérdidas para la mujer. En el curso de esta historia se ha impuesto la personalidad patriarcal del hombre. Con grandes pérdidas para toda la sociedad; el resultado fue la sociedad sexista.

El sexismo es un instrumento de poder y un arma al mismo tiempo, utilizada en el curso de la historia de manera permanente en todos los sistemas de la civilización. De hecho, ningún otro grupo social ha sido nunca explotado físicamente y sicológicamente como la mujer. La variedad de la explotación de la mujer es evidente. La mujer genera descendencia. Sirve como fuerza de trabajo gratuita. Le tocan aquellos trabajos que nadie quiere hacer. Es una esclava obediente. Es objeto permanente de avidez sexual. Es utilizada para fines publicitarios. Es la reina de todas las mercancías. Construye la base sobre la cual el hombre produce y reproduce su poder como instrumento de violencia continua. Es por eso que los cinco mil años de historia de la civilización se pueden describir también como “cultura de la violación”.

En la época del capitalismo, el sexismo fue utilizado como instrumento ideológico de manera particularmente pérfida. El capitalismo, que ha heredado la sociedad sexista, no se conforma con utilizar a la mujer como fuerza de trabajo gratuita en el hogar. La transforma en objeto sexual, la reduce a mercancía para ponerla a la venta en el mercado. Mientras el hombre vende sólo su fuerza de trabajo, la mujer es reducida completamente a mercancía, sea en el plano físico o en el sicológico. El sistema confiere un papel estratégico al dominio sobre la mujer en relación con la ampliación de la explotación y el poder. Expandiendo ulteriormente la tradicional represión de la mujer, cada hombre se transforma en un socio del poder. La sociedad es por lo tanto golpeada por el síndrome de la total expansión del poder. La condición de la mujer confiere a la sociedad patriarcal un sentido del concepto de poder sin límites. Considerar a la mujer el sexo biológicamente imperfecto es pura ideología y una herencia de la mentalidad patriarcal. Esta doctrina es parte esencial de todas las tentativas científicas, éticas y políticas de presentar su condición como natural. Lo triste es que también la mujer misma está acostumbrada a aceptar este paradigma como verdad. La naturaleza y la sacralidad de esta condición de supuesta inferioridad condiciona su pensamiento y comportamiento. Así, debemos tener siempre presente el hecho de que ningún pueblo, ninguna clase y ninguna nación han sido sistemáticamente esclavizadas como la mujer. Acostumbrando a la mujer a la esclavitud se han establecido jerarquías y se ha abierto el camino a la esclavización de otras partes de la sociedad. La esclavitud del hombre ha llegado sólo después de la esclavitud de la mujer. La diferencia de la esclavitud fundada en el sexo con respecto a la esclavitud de una clase y de una nación está en el hecho de que es garantizada, además de por una represión masiva y sutil, también por falsedades con una fuerte carga emotiva. Originariamente, la difusión de la esclavitud de la mujer a toda la sociedad preparó el camino para todos los otros tipos de jerarquías y estructuras estatales. Eso fue devastador no sólo para la mujer, sino también para la sociedad entera, excepción hecha de un pequeño grupo de fuerzas jerárquicas y estatalistas.

Por ese motivo, ningún camino lleva a una crítica profunda de la ideología patriarcal y de las instituciones que están fundadas sobre ella. Uno de los pilares más importantes de este sistema es la institución de la familia. Familia concebida como un pequeño Estado del hombre. La importancia de la familia en el curso de la historia de la civilización está en la fuerza que confiere a los dominadores y al estamento estatal. Una familia orientada hacia el dominio masculino, y desde aquí su función de núcleo de la sociedad estatalista, garantiza que la mujer cumpla sin limitación un trabajo no retribuido. Al mismo tiempo cría los hijos, satisface las necesidades estatales de una población suficiente y es puesta como modelo para la difusión de la esclavitud en toda la sociedad.

Si no se comprende la familia como micro-modelo de Estado, no es posible analizar correctamente la civilización medioriental. El hombre de Oriente Medio que ha padecido pérdidas en todos los frentes, se rebela contra la mujer. Cuanto más se lo humilla en público, más descarga sus impulsos agresivos que derivan contra la mujer. El hombre que en la esfera social permite que se pisoteen todos sus valores, con los denominados “asesinatos de honor” busca de apaciguar su ira descargándola sobre la mujer. Con respecto a las sociedades de Oriente Medio debo añadir que las influencias tradicionales de la sociedad patriarcal y estatalista no han encontrado una síntesis con las influencias de las formas modernas de la civilización occidental, sino que más bien conforman un conjunto comparable a un nudo gordiano.

Analizar los conceptos de poder y dominio haciendo referencia al hombre es muy difícil. No es tanto la mujer quien rechaza el cambio, sino más bien el hombre. Abandonar el papel de macho dominante hace sentir al hombre como a un soberano que ha perdido su Estado. Debemos, pues, enseñarle que es esa misma forma vacía de dominio la que le quita la libertad y lo hace ser un reaccionario. Análisis de este tipo son mucho más que simples observaciones teóricas, ya que son de importancia vital para la lucha de liberación kurda. Consideramos la libertad del pueblo kurdo inseparable de la liberación de la mujer, por eso nos hemos organizado en consecuencia. Si hoy nuestra aspiración a la libertad no está destruida, a pesar de los ataques por parte de las potencias imperialistas y de las fuerzas reaccionarias locales, se lo debemos de manera inestimable al Movimiento de Liberación de la Mujer y a la conciencia que se ha creado a partir de éste. Para nosotros, sin la mujer libre no puede haber un Kurdistán libre.

Esta visión filosófica y social no es en absoluto una maniobra táctica, política para mantener la mujer ligada a la lucha. Nuestro objetivo es la construcción de una sociedad democrática, que ocurra a través de un cambio del hombre. Pienso que, analizando la praxis de la lucha desarrollada hasta ahora por nosotros, hemos llegado a comprender al hombre viciado, despótico, opresor y explotador de la sociedad patriarcal. Ésta era la respuesta más adecuada en la búsqueda de la libertad de la mujer que he logrado encontrar: comprender al hombre patriarcal, analizarlo y “matarlo”. Querría dar un nuevo paso adelante. Intentaré delinear la personalidad de un hombre nuevo, amante de la paz. Analizar y “matar” al hombre clásico para allanar el camino hacia el amor y la paz. En este sentido, me considero un trabajador en la lucha de liberación de la mujer.

La contraposición entre los sexos representa la contraposición más importante del siglo XXI. Sin la lucha contra la ideología y la moral patriarcal, contra su influencia en la sociedad y contra los individuos patriarcales, no podemos alcanzar una vida libre ni construir una sociedad verdaderamente democrática y realizar, pues, el socialismo. Los pueblos no anhelan sólo la democracia, sino también una sociedad democrática sin sexismo. Sin la igualdad entre los sexos, cada petición de libertad e igualdad es un sinsentido e ilusoria. Así como los pueblos tienen derecho a la autodeterminación, también las mujeres deberían determinar por sí mismas su propio destino. Es una cuestión que no podemos dejar de lado o dilatar. Al contrario, en la formación de una nueva civilización la libertad de la mujer es fundamental para la realización de la igualdad. Contrariamente a las experiencias del socialismo real o de las luchas de liberación nacional, considero la liberación de la mujer más importante que la liberación de clase o de la nación.

A partir de la experiencia de nuestra lucha, sé que desde el momento en el que el movimiento de liberación de la mujer entra en el terreno de la política debe enfrentarse a oposiciones extremadamente feroces. Sin embargo, si no gana en el ámbito político, no puede obtener ningún resultado duradero. Ganar en el terreno político no significa que la mujer tome el poder. Al contrario. Significa la lucha contra las estructuras estatalistas y jerárquicas, significa la creación de estructuras que no sean orientadas hacia un estado, sino que conduzcan a una sociedad democrática y ecológica, con la libertad de ambos sexos. De esta manera ganará no sólo la mujer, sino también la humanidad entera.

martes, 21 de noviembre de 2017

Casi la mitad de europeos cree que el rol más importante de la mujer es el cuidado del hogar


Pese a que los estereotipos persisten, la gran mayoría rechaza la brecha salarial entre géneros y la Comisión Europea se plantea reformar la directiva de Igualdad

Un clamor recorre Europa: el clamor de la igualdad de género. El último eurobarómetro sobre el asunto publicado este lunes muestra que los ciudadanos de los Veintiocho, pese a la persistencia de muchos estereotipos, mantienen una rara unanimidad en torno a la condena de la brecha salarial entre hombres y mujeres. La Comisión Europea cifra la diferencia en el salario por hora medio bruto que ganan los hombres y el que ganan las mujeres en el desempeño de un mismo trabajo en el 16,3% —del 14,9% en España—. Un abismo que nueve de cada diez europeos califica de "inaceptable" y del que son conscientes en una gran mayoría de los casos. Además, cuatro de cada cinco consultados afirman que la igualdad de género "les importa personalmente".

Pero tras esas estadísticas laten opiniones aparentemente opuestas: el 44% de los europeos piensa que el rol más importante de la mujer es cuidar de la casa y la familia. Y no se trata de una opinión exclusivamente masculina. Lo creen el 44% de las mujeres y el 43% de los hombres. El mismo porcentaje estima que el papel más importante del hombre es ganar dinero. La existencia de visiones contradictorias con el apoyo a la igualdad se extiende a otros ámbitos: solo uno de cada tres hombres aprueba que sus congéneres se declaren abiertamente feministas. Y menos de la mitad de ellos ve bien que se reproche a un amigo que haga una broma machista. Las lágrimas ganan prestigio: el 88% ve aceptable que un hombre llore.

Observando esa riada de datos y percepciones, la Comisión Europea ha mostrado este lunes su intención de actuar para acortar la brecha salarial. Su plan de acción contempla tres medidas todavía por concretar: fortalecer el principio de igualdad salarial reformando la directiva de Igualdad de Género, instar a la Eurocámara y a los Estados miembros a que adopten lo antes posible la propuesta de conciliación de vida laboral y personal, y financiar proyectos que promuevan la presencia de mujeres en altos puestos de dirección. "Las mujeres están infrarrepresentadas en los puestos de toma de decisiones tanto en la política como en el mundo de los negocios", ha lamentado la comisaria de Justicia, Vera Jourova.

La brecha salarial total es mucho mayor: del 39,7% en la UE y del 35,7% en España. Esta variable toma la diferencia entre los ingresos anuales medios de las mujeres y de los hombres teniendo en cuenta su menor salario por hora, que tienen menos horas de trabajo remunerado y por último, unas tasas de empleo inferiores —por ejemplo, por interrumpir su carrera para cuidar de los niños o de familiares—.

Las leyes europeas prohíben desde 1950 esa discriminación salarial. Una normativa a la que han seguido muchas otras —comunitarias y nacionales— que a pesar de todo no han conseguido atajar el problema. Entre los factores que Bruselas utiliza para explicar su persistencia están la escasa presencia de mujeres al frente de las empresas —menos de un 6% son consejeras delegadas—, el impacto sobre sus pensiones e ingresos que tienen las interrupciones laborales por cuestiones como el embarazo, su sobrerrepresentación en trabajos peor pagados, las mayores cargas familiares que asumen —por las que no cobran— o la discriminación pura y dura.

Fuente: El País

lunes, 20 de noviembre de 2017

La puerta violeta


Interpretación de la canción LA PUERTA VIOLETA del disco de Rozalén "Cuando el río suena..." por parte del alumnado de 1º del Ciclo Formativo de Grado Medio en Atención a Personas en Situación de Dependencia (tarde) del IES Fuentepiña de Huelva con motivo del Día Internacional Contra la Violencia de Género.

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿A quién estamos juzgando?


Una violación no es nunca sólo una violación por más que la víctima la viva lógicamente como única y absolutamente personal. Una violación, y el consiguiente juicio y tratamiento social son un reflejo de la historia de las relaciones entre hombres y mujeres y un reflejo social, simbólico, material, jurídico, mediático etc., de la posición de mujeres y hombres en una sociedad dada. Se podría hacer una historia de las relaciones entre los sexos y de la posición social de las mujeres simplemente haciendo un seguimiento de los casos de violación conocidos, de cómo se juzgan, de cómo se tratan socialmente, de cómo se castigan o no se castigan y también de a quién se castiga. Por eso el juicio que se está celebrando en Pamplona por la violación múltiple de una chica durante los San Fermines de 2016 es histórico en muchos sentidos, más allá de lo que signifique para la víctima, que esté en juego su propia vida, su necesaria reparación y, a partir de ahí, su curación futura. Si todas las violaciones nos incumben a todas las mujeres, esta nos afecta especialmente, al venir acompañada de otros elementos que la han convertido en un compendio de lo que significa la cultura de la violación y al ocurrir en un momento en el que las mujeres estamos abandonando el silencio habitual frente a las agresiones sexuales que todas vivimos por el hecho de ser mujeres. Lo que está ahora en juego es la respuesta que el Estado va a dar a una agresión especialmente brutal y si la cultura de la violación va a salir reforzada o fragilizada de este juicio. Su tratamiento, su castigo, su reparación, nos incumbe a todas porque el tratamiento judicial, social y mediático que se le dé a esta violación nos va a mostrar si el contexto de legitimación en el que los agresores se sienten impunes y culturalmente adaptados está siendo cuestionado o no.

La violación, como sabemos, no siempre ha sido un delito y aun cuando lo fuera no siempre ha sido un delito grave. En muchas ocasiones lo que se castigaba era el uso del cuerpo femenino entendido como propiedad de un hombre y no como la vulneración de nuestra libertad y de nuestra dignidad. Para que pudiera ser considerada un ataque a nuestra libertad y dignidad tuvimos primero que constituirnos como sujetos con derechos, con libertad y dignidad, ciudadanas, cuestión esta que nos ha llevado siglos y que es un proceso que está lejos de haber concluido. Durante toda la historia, además, la violación ha sido un comportamiento masculino naturalizado, algo que estaba en el orden normal de las cosas. Por eso no es como cualquier otro delito y por eso no es nunca fácil castigar a los culpables. Cierto que existe también para los violadores, como para cualquier delincuente, la presunción de inocencia, pero cuando hablamos de violación los términos se invierten siempre. No creo que haya ningún otro crimen en el que la víctima tenga que demostrar no que los acusados son culpables, sino que ella misma es inocente. Esa exigencia planea siempre sobre cualquier caso de violación y si no es en el tribunal, será en los medios o en la sociedad en su conjunto. La víctima de una violación tiene primero que demostrar que es inocente para poder condenar a los culpables. ¿Inocente de qué? Pues de ser una mala mujer, es decir, una mujer que merecía ser violada.

Para empezar, la víctima tendrá que demostrar que no tiene parte de culpa en lo que ha pasado. La primera culpa es estar donde no debía; ponerse a tiro de los irreprimibles y naturales deseos masculinos. Los hombres son así y si no quieres que te violen no estés donde no debes: no estés sola, no estés en la calle a horas tardías, no te sientes en un banco como si esperaras algo, no te vayas con ningún hombre, no entables conversación con desconocidos, no te vayas con él o ellos a un bar. Es decir, fundamentalmente no seas como ellos, que pueden hacer todas esas cosas tranquilamente. No olvides que el sitio de las mujeres no es la calle, ni andar sola, ni olvides que los hombres son siempre un peligro; si lo olvidas… es cosa tuya. La segunda cuestión es demostrar que verdaderamente no querías que te violaran. No hay que demostrar que ellos te violaron, sino que tú no querías que tal cosa ocurriese. Se da por hecho que lo normal --si has transgredido las normas del punto 1-- es que ellos lo intenten. Lo masculino es tener siempre ganas de meter la polla en cualquier orificio de una mujer, piense lo que piense ella del asunto. Y lo normal es también tratar de vencer la primera negativa femenina, que se supone que es, también, lo normal en las mujeres. Una negativa no es bastante. Se exige siempre una especie de negativa cualificada que queda a criterio de los que juzgan. Porque volvemos a lo anterior, el comportamiento de ellos es lo normal, eso queda fuera del foco. Si la mujer no se resiste lo bastante --y aunque explique hasta la saciedad que no quería-- el comportamiento de ellos no merecerá reproche. ¿Y cuánto es bastante, mucho, poco? Nunca se sabe, eso queda a juicio de los que juzgan e intervienen muchas variables. En principio parece que hay que arriesgarse a un daño mayor, porque se supone que una mujer decente ha de preferir cualquier cosa a ser violada. Eso suele ser un criterio. Porque ser violada es lo peor y la que piense que peor es morir o sufrir más daño físico, esa ya entra en la categoría de sospechosa. Antiguamente, las mujeres se quitaban la vida antes de permitir que las violaran. De esas no quedaba duda de que verdaderamente no querían ser violadas, de todas las demás nunca está claro.

La tercera cuestión es que se trata de la palabra de una contra la de otro(s). No hay testigos. ¿Cómo se va a creer a las mujeres si hasta hace poco (y aun en muchos lugares) nuestra palabra valía la mitad que la de un hombre ante un tribunal? Un hombre siempre tiene presunción de verosimilitud, nosotras no y mucho menos cuando con nuestra sola palabra podemos hundir la vida de unos chicos normales y socialmente adaptados. La víctima de una violación muy a menudo sólo tiene su palabra, y eso en un contexto cultural en el que abrumadoramente se considera que las mujeres somos mentirosas, y así lo atestiguan refranes, frases hechas, personajes que pueblan obras de teatro, novelas, películas. Mentirosas y, además, odiamos a los hombres y queremos hacerles daño. El hecho de que una mujer decida denunciar una violación sabiendo que eso significa exponer su intimidad, su vulnerabilidad, ser juzgada, arriesgarse a ser cuestionada, rememorar el suceso en lugar de olvidarlo… eso no da apariencia de verosimilitud a la cuestión, más bien al contrario. Exponerse a pasar por todo ello también es sospechoso.

Y por último, la respuesta que se tenga a la violación influye en la consideración de la misma. Es decir, para que sea verdadera violación tienes que hundirte después y ya no levantarte; tienes que decretar que tu vida se ha roto de manera irremediable, cualquier otra reacción te convierte --también-- en sospechosa. Si tan grave es… ¿cómo es que no te mueres? ¿Cómo es que no te tiras a la pira? ¿No será que, en realidad, no te ha desagradado tanto como dices? Y así, volvemos al principio en un bucle de imposible resolución. Esto es lo que ha debido pensar el juez cuando ha admitido como prueba una investigación sobre la vida de la víctima. ¿Qué tiene que ver la vida anterior o posterior de la víctima con lo que ocurrió en aquel portal? ¿Qué más da, a la hora de juzgar si hubo o no agresión, que la chica se recuperara pronto o tarde? ¿Qué más da si recuperó su vida normal o no pudo hacerlo? ¿Qué relación tiene con el delito que después del suceso ella se divirtiera con sus amigas o se fuera de viaje? En definitiva: ¿a quién se está juzgando? 

En cambio, la vida de ellos sí que tiene importancia. En este caso, en cambio, el juez ha considerado que el siguiente mensaje no tiene nada que ver con el asunto: “Tengo reinoles [rohypnoles] tiraditas de precio. Para las violaciones”. “Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no pillarnos los dedos porque después queremos violar todos”. “Violaría una rusa que vea despistada y palizón a un niño de 12 años inglés. 2-0 y pa casa”. Que en su vida anterior los agresores hablaran repetidamente de que se estaba preparando para violar a una mujer no lo admite el juez como prueba, debe ser el comportamiento masculino habitual; que haya sobre ellos una denuncia por otra violación no importa, los hombres son así; que su comportamiento y su actitud ante las mujeres sea de un machismo insoportable no cuenta porque, ya sabemos que las violaciones no tienen nada que ver con el machismo y que todos los hombres hacen chistes sobre la cuestión. Ellos, machistas, agresores confesos, presuntos violadores, llegan al juicio siempre impolutos. Son hombres. Ella, en cambio, llega cargando una maleta de descrédito, sospechas, acusaciones, es una mujer y sólo por eso tiene mucho que demostrar. Queda mucho juicio por delante, es cierto. Ojala que no se cumplan algunos malos presagios.

Fuente: Beatriz Gimeno en Cxtx

#Yotecreo


Primero te violan. Luego te investigan, aunque tú no lo sabes. Te espían. En los medios muchos señores aseguran que no hay pruebas suficientes que indiquen que no fue sexo consentido. Esperas un año a que te hagan justicia. Y justo antes del juicio, periodistas famosos hacen encuestas por Twitter, como si de quinielas de fútbol se tratara.Luego tienes que acudir al juicio, y tienes que volver al lugar donde fuiste agredida. Y no dejan que te acompañe tu familia dentro de la sala. Y te enteras de que el juez ha autorizado que te pongan los videos de tu propia violación en el juicio y la defensa te pregunte por detalles sobre penetraciones anales y vaginales y sobre lo mentirosa que eres. Y te hacen preguntas durante cuatro horas. Y te dicen que por qué tienes vida social y cuelgas cosas en tus redes sociales, si tan mal estás.Y eres una mentirosa hasta que se demuestre lo contrario. Y todo esto por no haberse despedido de ti y no haberte invitado a una caña.Eso creen algunos. Algunos que no deben tener sangre en las venas.

Para mi España se divide hoy entre los que hablan de presuntos y los que no. Porque a mí no me hace falta que un juez me diga que podemos creerte. No me hace falta que te suicides o que te maten para creerte.Yo te creo. Te creo a ti, mucho más que a este sistema de mierda.A este sistema en el que pedimos, exigimos a las víctimas que denuncien. Pero luego las cuestionamos. ¿Es éste el mensaje que queremos mandar a las mujeres víctimas de violaciones? Porque si este caso no está claro yo me bajo del mundo. Porque si este caso no está claro no sé qué más evidencias podemos tener.
¿Cómo se demuestra que te han violado? Explíquenoslo, señores, por favor.

Si un vídeo no es suficiente porque estás quieta.Si no cuentan los mensajes en los que hablan de violar y drogar a mujeres, porque eso es humor. Si el hecho de que agredieran a otra chica un mes antes es independiente. Si que te roben el móvil es el final normal de cualquier escena de sexo consentido…Si la sociedad ve como normal que una chica de dieciocho años elija meterse en un portal con cinco extraños para ser penetrada vaginal, oral y analmente.. Cuánto daño ha hecho el porno. Los mitos sobre la mujer perversa y mentirosa. Cuánto daño hace el machismo cada día en el mundo. La Manada es el patriarcado en su máxima expresión. Este caso, la constatación más feroz de que esto es una guerra.