martes, 28 de noviembre de 2017

La vida después de que un hombre mate a tu hija


La batalla de las madres mexicanas para que los feminicidios más crueles del país no se conviertan en una cifra más

ELENA REINA. México 25 NOV 2017 - 20:22 CET. El País

— Se te van a acabar las lágrimas, pero lo que no se te puede quitar es la rabia, esa sed de justicia, porque el día en que eso se te acabe, hasta ahí vas a llegar y nuestras hijas se merecen justicia.

Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio, despierta cada día con esas palabras tatuadas en su memoria. No siempre ha sido fuerte para sostenerlas. Hubo un momento en que deseó que todo terminara, que cremaran el cadáver de su hija de 22 años y pudiera de una vez encerrarse a llorar. Y estuvo a punto. Hasta que recordó que en México una madre no puede llorar. Todavía no. "Lo único que tiene mi hija para defenderse es su cuerpo", se repetía. Ya tenía todo listo para despedirse de ella, para olvidar su piel salpicada de moretones, heridas escamadas y aquel doloroso surco de un cable de teléfono en su cuello tan joven. Pero en un momento racional en medio de la tragedia, pensó que sería buena idea no olvidar nunca aquellas cicatrices. Y guarda las imágenes en su celular. Y le sirven para tomar fuerzas y gritarle a las autoridades que su hija no se suicidó. Que a su hija la mataron.

Con el cadáver de sus hijas en las manos todavía caliente, entregan las pruebas necesarias, presionan a las autoridades, señalan al asesino. No se fue con el novio, no era emocionalmente inestable, se moría de ganas de vivir, qué importa si estaba de fiesta, era solo una niña, no se lo merecía. El calvario de estas madres no termina con la sepultura de sus pequeñas. Acaba de comenzar.

3 de mayo de 2017: "Me va a hacer falta vida para descansar"


Araeli Osorio, madre de Lesvy Berlín Rivera. 
Araceli aprieta contra su pecho un relicario que guarda un mechón de pelo de Lesvy y una flor disecada que ella le regaló. Lleva siete meses aferrándose a la memoria de su hija para no tirar la toalla. Sus ojos son un grifo abierto, pero se empeña en seguir hablando, con tanta fuerza, que uno a veces se olvida de que está llorando.

"No podría irme a mi casa desde ese día 3 a encerrarme y dejar de buscar la verdad, porque si hubiera hecho eso, mi hija sería una cifra más de suicidio. Y además, el responsable estaría libre y esa persona en cualquier momento puede lastimar a otra mujer. Tenemos que hacer algo con estas muertes para que cobren un sentido", comenta a este diario.

Ha pedido una licencia en el trabajo para dedicarse completamente a la búsqueda de la verdad. Cada día acude a una audiencia, a una charla sobre feminicidios, organiza una manifestación. Esta pedagoga ha conseguido después de meses de batalla legal que el crimen de Lesvy sea considerado un feminicidio y que se investigue como tal. Ha soportado que la llamaran drogadicta, inestable y hasta que la culparan de su propia muerte.

La Fiscalía concluyó inicialmente que la joven de 22 años se había suicidado en una cabina de teléfono en presencia de su novio, pese a los numerosos cabos sueltos de aquella investigación. Araceli se encargó entonces de reunir todas las pruebas, de corregir el trabajo que había hecho el Ministerio Público. Y el pasado 19 de octubre un tribunal le dio la razón y el novio de su hija se enfrenta a un juicio por el asesinato de la joven.

"Si no hubiéramos hecho todo eso, el mensaje que hubieran dado las autoridades en México es que tú puedes venir a este país, puedes matar a una mujer y no pasa nada. No te van a juzgar con perspectiva de género, porque eso es absurdo", declara con firmeza.

En el país mueren asesinadas brutalmente siete mujeres al día, según las cifras oficiales. El caso de Lesvy, al ocurrir dentro de las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la capital, escandalizó a todo un país y movilizó a la comunidad universitaria.

5 de febrero de 2015: "No sólo asesinaron a mi hija. Nos mataron a todos"

Lorena Gutiérrez, madre de Fátima Varinia Quintana. 
En el escondite donde vive Lorena Gutiérrez, madre de Fátima Varinia Quintana, la humedad hiela los huesos. Hace meses que tuvo que abandonar todo, su casa, su trabajo, su familia, su vida. Después del brutal asesinato de su hija han tenido que desaparecer. La lucha por la justicia de Fátima les ha costado amenazas de muerte. Un día balearon su hogar mientras dormían.

El feminicidio de Fátima, de 12 años, fue uno de los crímenes más brutales del Estado de México. Tres jóvenes, uno de ellos menor de edad, arrastraron a su hija al bosque cuando regresaba de la escuela, cuando estaba sólo a unas cuadras de su casa. "Fue violada bestialmente, la apuñalaron más de noventa veces, le abrieron el pecho más de 30 centímetros, le cercenaron la entrepierna, le rompieron sus tobillos, fracturaron sus manos. Y mi hija fue una guerrera, lucho hasta el final, aún con todo eso no murió hasta que le arrojaron tres piedras de más de 30 kilos cada una, que fue lo que terminó con su vida", cuenta Lorena con los ojos muy abiertos, mientras golpea los nudillos con rabia contra la mesa de madera.

Cuando Lorena se percató de que su hija no había llegado a casa, corrió a buscarla. Y la encontró, semienterrada en la parte de atrás de la casa de estos chicos. Encontró el cuchillo con el que la cortaron, sus ropas ensangrentadas. Y los encontró a ellos. "Todo se lo entregamos a la Policía", recuerda. Pero aún así, uno de ellos, presuntamente ligado al crimen organizado, fue puesto en libertad. Y ahí comenzó la segunda parte de la pesadilla.

"No nada más asesinan a nuestras hijas, asesinaron a una familia completa. A 12 personas, cinco niños y siete adultos. Nos mataron a todos. Nos dejaron sin vida, sin libertad, Queremos recuperar nuestra paz. Queremos ser libres, porque aquí en México nosotros somos los prisioneros", cuenta. Todos están desplazados, no hablan con nadie, cambian la ruta cada día para regresar a su escondite y han gastado todos sus ahorros. Lo único que desea Lorena es sacar a sus hijos del país, ha pedido un asilo en Canadá.

Aunque uno de ellos ya está entre rejas y otro en un centro de menores, el presunto narco sigue suelto. Por las noches estudia el código penal y la ley estatal de víctimas del Estado de México. No duerme desde hace dos años y nueve meses para prepararse: "Voy a luchar por la justicia de mi niña, es mi misión en la vida. Pero también por las mamás de los feminicidios que no pueden hacerlo, por todos los casos que están ocultos, yo quiero ser su voz".

8 de junio de 2017: "Yo no la busco muerta. Yo la busco viva"

Yaqueline Ortiz, madre de Valeria Gutiérrez. 
A Yaqueline Ortiz un hombre le avisó de que había un cadáver a unas cuadras de su casa. Se le erizó la piel y no quiso ni escucharlo. "Yo no la busco muerta. Yo la busco viva", se dijo. Y siguió corriendo. Valeria Gutiérrez, de 11 años había desaparecido unas horas antes. Su miedo más terrible le impidió comprender que aquel cuerpo sin vida era el de su niña.

Valeria se había ido con su padre, que tenía la custodia de la menor los fines de semana. La subió a una camioneta de transporte público y se perdió en el tráfico. Él pedaleó sin descanso detrás de aquella furgoneta. Sabía que no se lo perdonaría jamás. Y no lo hizo. Unas horas después apareció muerta en aquel vehículo. El chófer la había violado y asesinado sin piedad. "Tenía sólo 11 años", se lamenta Yaqueline.

Desde los primeros minutos, cuando fueron a poner la denuncia por desaparición, las autoridades les dijeron que se calmasen, que quizá "se había ido con su novio". No lo podían creer. "Tenía sólo 11 años", les repitió. Y Yaqueline siguió haciendo lo imposible para encontrar aquella combi. Imprimió volantes, recorrió las calles, movilizó a los vecinos.

"Yo les dije a los policías: Oigan, ustedes son los servidores públicos y es el momento en el que pueden hacer su trabajo. Y deberían haberlo hecho, pero no. Lo hicimos nosotros por ellos", recuerda.

Llamó a un negocio donde sabía que había una cámara de seguridad y encontró el vídeo exacto donde podrían observar la matrícula. Con aquello, las autoridades pudieron trabajar y dar con el asesino. Los vecinos y su madre encontraron el cadáver sin vida de la pequeña. "Cuando vi las bandas amarillas [cordón policial], ahí se acabó todo. Las ilusiones de mi pequeña, sus sueños, todo. Ha sido muy difícil, de alguna forma yo no estoy padeciendo el ir a los juzgados a señalarlo, porque lo encontraron y lo metieron a la cárcel", cuenta. José Octavio Sánchez, de 43 años, apareció ahorcado en su celda tres días después.

"No he podido unirme en la lucha de las otras madres porque es abrir cada día la herida. Me he cambiado de casa. Intento sacar fuerzas por mi hija de cinco años. Porque un día me dijo: "Mamá, Vale ya no está, pero yo estoy aquí". Y tiene razón". Y no la pierde de vista. Sabe que el miedo le acompañará para siempre: "Lo de los feminicidios lo veía tan lejos, muy lejos. Pero, de repente, te das cuenta de que están tan cerca...".

Acción contra las grandes empresas que venden "feminismo" y explotan a sus trabajadoras


Acción feminista contra las empresas textiles. Vídeo realizado y editado por SCUM Girls.
 Música: She's a lady - Lion Babe Bounce It - Dave James

domingo, 26 de noviembre de 2017

La escalera de la violencia.


La socióloga Carmen Ruíz Repullo, utiliza el cuento de Pepa y Pepe, para mostrar de qué manera las y los adolescentes acceden al peligroso círculo de la violencia de género.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Kurdistán. LA REVOLUCIÓN ES FEMENINA. Por Abdullah Öcalan


Kurdistán/ Resumen Latinoamericano/Por Abdullah Öcalan.- Luego del despliegue mediático sobre la participación tan amplia de las mujeres en la Revolución de Rojava (Kurdistán de Siria) y la legítima defensa de Kobane, las mismas luchadoras criticaron el manejo de los medios que las instrumentaliza como fetiche y las vacía del sentido liberador por el que luchan, además de ocultar toda la historia de la lucha de las mujeres kurdas. Ellas nos proponen comprender cual es el pensamiento que sostiene su fuerza, a partir de que y como son sus propias organizaciones, como luchan, porque luchan, contra quien y por quienes… En este sentido, aquí compartimos un documento escrito por el líder kurdo Abdullah Ocalan sobre el sexismo y la liberación de las mujeres.

Reflexionar sobre la cuestión de los derechos de la mujer y escribir al respecto significa poner en tela de juicio toda la historia y la sociedad entera. Porque la explotación sistemática de la mujer ha alcanzado dimensiones inigualables.Observada desde esta perspectiva, la historia de la civilización puede ser definida como una historia de pérdidas para la mujer. En el curso de esta historia se ha impuesto la personalidad patriarcal del hombre. Con grandes pérdidas para toda la sociedad; el resultado fue la sociedad sexista.

El sexismo es un instrumento de poder y un arma al mismo tiempo, utilizada en el curso de la historia de manera permanente en todos los sistemas de la civilización. De hecho, ningún otro grupo social ha sido nunca explotado físicamente y sicológicamente como la mujer. La variedad de la explotación de la mujer es evidente. La mujer genera descendencia. Sirve como fuerza de trabajo gratuita. Le tocan aquellos trabajos que nadie quiere hacer. Es una esclava obediente. Es objeto permanente de avidez sexual. Es utilizada para fines publicitarios. Es la reina de todas las mercancías. Construye la base sobre la cual el hombre produce y reproduce su poder como instrumento de violencia continua. Es por eso que los cinco mil años de historia de la civilización se pueden describir también como “cultura de la violación”.

En la época del capitalismo, el sexismo fue utilizado como instrumento ideológico de manera particularmente pérfida. El capitalismo, que ha heredado la sociedad sexista, no se conforma con utilizar a la mujer como fuerza de trabajo gratuita en el hogar. La transforma en objeto sexual, la reduce a mercancía para ponerla a la venta en el mercado. Mientras el hombre vende sólo su fuerza de trabajo, la mujer es reducida completamente a mercancía, sea en el plano físico o en el sicológico. El sistema confiere un papel estratégico al dominio sobre la mujer en relación con la ampliación de la explotación y el poder. Expandiendo ulteriormente la tradicional represión de la mujer, cada hombre se transforma en un socio del poder. La sociedad es por lo tanto golpeada por el síndrome de la total expansión del poder. La condición de la mujer confiere a la sociedad patriarcal un sentido del concepto de poder sin límites. Considerar a la mujer el sexo biológicamente imperfecto es pura ideología y una herencia de la mentalidad patriarcal. Esta doctrina es parte esencial de todas las tentativas científicas, éticas y políticas de presentar su condición como natural. Lo triste es que también la mujer misma está acostumbrada a aceptar este paradigma como verdad. La naturaleza y la sacralidad de esta condición de supuesta inferioridad condiciona su pensamiento y comportamiento. Así, debemos tener siempre presente el hecho de que ningún pueblo, ninguna clase y ninguna nación han sido sistemáticamente esclavizadas como la mujer. Acostumbrando a la mujer a la esclavitud se han establecido jerarquías y se ha abierto el camino a la esclavización de otras partes de la sociedad. La esclavitud del hombre ha llegado sólo después de la esclavitud de la mujer. La diferencia de la esclavitud fundada en el sexo con respecto a la esclavitud de una clase y de una nación está en el hecho de que es garantizada, además de por una represión masiva y sutil, también por falsedades con una fuerte carga emotiva. Originariamente, la difusión de la esclavitud de la mujer a toda la sociedad preparó el camino para todos los otros tipos de jerarquías y estructuras estatales. Eso fue devastador no sólo para la mujer, sino también para la sociedad entera, excepción hecha de un pequeño grupo de fuerzas jerárquicas y estatalistas.

Por ese motivo, ningún camino lleva a una crítica profunda de la ideología patriarcal y de las instituciones que están fundadas sobre ella. Uno de los pilares más importantes de este sistema es la institución de la familia. Familia concebida como un pequeño Estado del hombre. La importancia de la familia en el curso de la historia de la civilización está en la fuerza que confiere a los dominadores y al estamento estatal. Una familia orientada hacia el dominio masculino, y desde aquí su función de núcleo de la sociedad estatalista, garantiza que la mujer cumpla sin limitación un trabajo no retribuido. Al mismo tiempo cría los hijos, satisface las necesidades estatales de una población suficiente y es puesta como modelo para la difusión de la esclavitud en toda la sociedad.

Si no se comprende la familia como micro-modelo de Estado, no es posible analizar correctamente la civilización medioriental. El hombre de Oriente Medio que ha padecido pérdidas en todos los frentes, se rebela contra la mujer. Cuanto más se lo humilla en público, más descarga sus impulsos agresivos que derivan contra la mujer. El hombre que en la esfera social permite que se pisoteen todos sus valores, con los denominados “asesinatos de honor” busca de apaciguar su ira descargándola sobre la mujer. Con respecto a las sociedades de Oriente Medio debo añadir que las influencias tradicionales de la sociedad patriarcal y estatalista no han encontrado una síntesis con las influencias de las formas modernas de la civilización occidental, sino que más bien conforman un conjunto comparable a un nudo gordiano.

Analizar los conceptos de poder y dominio haciendo referencia al hombre es muy difícil. No es tanto la mujer quien rechaza el cambio, sino más bien el hombre. Abandonar el papel de macho dominante hace sentir al hombre como a un soberano que ha perdido su Estado. Debemos, pues, enseñarle que es esa misma forma vacía de dominio la que le quita la libertad y lo hace ser un reaccionario. Análisis de este tipo son mucho más que simples observaciones teóricas, ya que son de importancia vital para la lucha de liberación kurda. Consideramos la libertad del pueblo kurdo inseparable de la liberación de la mujer, por eso nos hemos organizado en consecuencia. Si hoy nuestra aspiración a la libertad no está destruida, a pesar de los ataques por parte de las potencias imperialistas y de las fuerzas reaccionarias locales, se lo debemos de manera inestimable al Movimiento de Liberación de la Mujer y a la conciencia que se ha creado a partir de éste. Para nosotros, sin la mujer libre no puede haber un Kurdistán libre.

Esta visión filosófica y social no es en absoluto una maniobra táctica, política para mantener la mujer ligada a la lucha. Nuestro objetivo es la construcción de una sociedad democrática, que ocurra a través de un cambio del hombre. Pienso que, analizando la praxis de la lucha desarrollada hasta ahora por nosotros, hemos llegado a comprender al hombre viciado, despótico, opresor y explotador de la sociedad patriarcal. Ésta era la respuesta más adecuada en la búsqueda de la libertad de la mujer que he logrado encontrar: comprender al hombre patriarcal, analizarlo y “matarlo”. Querría dar un nuevo paso adelante. Intentaré delinear la personalidad de un hombre nuevo, amante de la paz. Analizar y “matar” al hombre clásico para allanar el camino hacia el amor y la paz. En este sentido, me considero un trabajador en la lucha de liberación de la mujer.

La contraposición entre los sexos representa la contraposición más importante del siglo XXI. Sin la lucha contra la ideología y la moral patriarcal, contra su influencia en la sociedad y contra los individuos patriarcales, no podemos alcanzar una vida libre ni construir una sociedad verdaderamente democrática y realizar, pues, el socialismo. Los pueblos no anhelan sólo la democracia, sino también una sociedad democrática sin sexismo. Sin la igualdad entre los sexos, cada petición de libertad e igualdad es un sinsentido e ilusoria. Así como los pueblos tienen derecho a la autodeterminación, también las mujeres deberían determinar por sí mismas su propio destino. Es una cuestión que no podemos dejar de lado o dilatar. Al contrario, en la formación de una nueva civilización la libertad de la mujer es fundamental para la realización de la igualdad. Contrariamente a las experiencias del socialismo real o de las luchas de liberación nacional, considero la liberación de la mujer más importante que la liberación de clase o de la nación.

A partir de la experiencia de nuestra lucha, sé que desde el momento en el que el movimiento de liberación de la mujer entra en el terreno de la política debe enfrentarse a oposiciones extremadamente feroces. Sin embargo, si no gana en el ámbito político, no puede obtener ningún resultado duradero. Ganar en el terreno político no significa que la mujer tome el poder. Al contrario. Significa la lucha contra las estructuras estatalistas y jerárquicas, significa la creación de estructuras que no sean orientadas hacia un estado, sino que conduzcan a una sociedad democrática y ecológica, con la libertad de ambos sexos. De esta manera ganará no sólo la mujer, sino también la humanidad entera.

martes, 21 de noviembre de 2017

Casi la mitad de europeos cree que el rol más importante de la mujer es el cuidado del hogar


Pese a que los estereotipos persisten, la gran mayoría rechaza la brecha salarial entre géneros y la Comisión Europea se plantea reformar la directiva de Igualdad

Un clamor recorre Europa: el clamor de la igualdad de género. El último eurobarómetro sobre el asunto publicado este lunes muestra que los ciudadanos de los Veintiocho, pese a la persistencia de muchos estereotipos, mantienen una rara unanimidad en torno a la condena de la brecha salarial entre hombres y mujeres. La Comisión Europea cifra la diferencia en el salario por hora medio bruto que ganan los hombres y el que ganan las mujeres en el desempeño de un mismo trabajo en el 16,3% —del 14,9% en España—. Un abismo que nueve de cada diez europeos califica de "inaceptable" y del que son conscientes en una gran mayoría de los casos. Además, cuatro de cada cinco consultados afirman que la igualdad de género "les importa personalmente".

Pero tras esas estadísticas laten opiniones aparentemente opuestas: el 44% de los europeos piensa que el rol más importante de la mujer es cuidar de la casa y la familia. Y no se trata de una opinión exclusivamente masculina. Lo creen el 44% de las mujeres y el 43% de los hombres. El mismo porcentaje estima que el papel más importante del hombre es ganar dinero. La existencia de visiones contradictorias con el apoyo a la igualdad se extiende a otros ámbitos: solo uno de cada tres hombres aprueba que sus congéneres se declaren abiertamente feministas. Y menos de la mitad de ellos ve bien que se reproche a un amigo que haga una broma machista. Las lágrimas ganan prestigio: el 88% ve aceptable que un hombre llore.

Observando esa riada de datos y percepciones, la Comisión Europea ha mostrado este lunes su intención de actuar para acortar la brecha salarial. Su plan de acción contempla tres medidas todavía por concretar: fortalecer el principio de igualdad salarial reformando la directiva de Igualdad de Género, instar a la Eurocámara y a los Estados miembros a que adopten lo antes posible la propuesta de conciliación de vida laboral y personal, y financiar proyectos que promuevan la presencia de mujeres en altos puestos de dirección. "Las mujeres están infrarrepresentadas en los puestos de toma de decisiones tanto en la política como en el mundo de los negocios", ha lamentado la comisaria de Justicia, Vera Jourova.

La brecha salarial total es mucho mayor: del 39,7% en la UE y del 35,7% en España. Esta variable toma la diferencia entre los ingresos anuales medios de las mujeres y de los hombres teniendo en cuenta su menor salario por hora, que tienen menos horas de trabajo remunerado y por último, unas tasas de empleo inferiores —por ejemplo, por interrumpir su carrera para cuidar de los niños o de familiares—.

Las leyes europeas prohíben desde 1950 esa discriminación salarial. Una normativa a la que han seguido muchas otras —comunitarias y nacionales— que a pesar de todo no han conseguido atajar el problema. Entre los factores que Bruselas utiliza para explicar su persistencia están la escasa presencia de mujeres al frente de las empresas —menos de un 6% son consejeras delegadas—, el impacto sobre sus pensiones e ingresos que tienen las interrupciones laborales por cuestiones como el embarazo, su sobrerrepresentación en trabajos peor pagados, las mayores cargas familiares que asumen —por las que no cobran— o la discriminación pura y dura.

Fuente: El País

lunes, 20 de noviembre de 2017

La puerta violeta


Interpretación de la canción LA PUERTA VIOLETA del disco de Rozalén "Cuando el río suena..." por parte del alumnado de 1º del Ciclo Formativo de Grado Medio en Atención a Personas en Situación de Dependencia (tarde) del IES Fuentepiña de Huelva con motivo del Día Internacional Contra la Violencia de Género.

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿A quién estamos juzgando?


Una violación no es nunca sólo una violación por más que la víctima la viva lógicamente como única y absolutamente personal. Una violación, y el consiguiente juicio y tratamiento social son un reflejo de la historia de las relaciones entre hombres y mujeres y un reflejo social, simbólico, material, jurídico, mediático etc., de la posición de mujeres y hombres en una sociedad dada. Se podría hacer una historia de las relaciones entre los sexos y de la posición social de las mujeres simplemente haciendo un seguimiento de los casos de violación conocidos, de cómo se juzgan, de cómo se tratan socialmente, de cómo se castigan o no se castigan y también de a quién se castiga. Por eso el juicio que se está celebrando en Pamplona por la violación múltiple de una chica durante los San Fermines de 2016 es histórico en muchos sentidos, más allá de lo que signifique para la víctima, que esté en juego su propia vida, su necesaria reparación y, a partir de ahí, su curación futura. Si todas las violaciones nos incumben a todas las mujeres, esta nos afecta especialmente, al venir acompañada de otros elementos que la han convertido en un compendio de lo que significa la cultura de la violación y al ocurrir en un momento en el que las mujeres estamos abandonando el silencio habitual frente a las agresiones sexuales que todas vivimos por el hecho de ser mujeres. Lo que está ahora en juego es la respuesta que el Estado va a dar a una agresión especialmente brutal y si la cultura de la violación va a salir reforzada o fragilizada de este juicio. Su tratamiento, su castigo, su reparación, nos incumbe a todas porque el tratamiento judicial, social y mediático que se le dé a esta violación nos va a mostrar si el contexto de legitimación en el que los agresores se sienten impunes y culturalmente adaptados está siendo cuestionado o no.

La violación, como sabemos, no siempre ha sido un delito y aun cuando lo fuera no siempre ha sido un delito grave. En muchas ocasiones lo que se castigaba era el uso del cuerpo femenino entendido como propiedad de un hombre y no como la vulneración de nuestra libertad y de nuestra dignidad. Para que pudiera ser considerada un ataque a nuestra libertad y dignidad tuvimos primero que constituirnos como sujetos con derechos, con libertad y dignidad, ciudadanas, cuestión esta que nos ha llevado siglos y que es un proceso que está lejos de haber concluido. Durante toda la historia, además, la violación ha sido un comportamiento masculino naturalizado, algo que estaba en el orden normal de las cosas. Por eso no es como cualquier otro delito y por eso no es nunca fácil castigar a los culpables. Cierto que existe también para los violadores, como para cualquier delincuente, la presunción de inocencia, pero cuando hablamos de violación los términos se invierten siempre. No creo que haya ningún otro crimen en el que la víctima tenga que demostrar no que los acusados son culpables, sino que ella misma es inocente. Esa exigencia planea siempre sobre cualquier caso de violación y si no es en el tribunal, será en los medios o en la sociedad en su conjunto. La víctima de una violación tiene primero que demostrar que es inocente para poder condenar a los culpables. ¿Inocente de qué? Pues de ser una mala mujer, es decir, una mujer que merecía ser violada.

Para empezar, la víctima tendrá que demostrar que no tiene parte de culpa en lo que ha pasado. La primera culpa es estar donde no debía; ponerse a tiro de los irreprimibles y naturales deseos masculinos. Los hombres son así y si no quieres que te violen no estés donde no debes: no estés sola, no estés en la calle a horas tardías, no te sientes en un banco como si esperaras algo, no te vayas con ningún hombre, no entables conversación con desconocidos, no te vayas con él o ellos a un bar. Es decir, fundamentalmente no seas como ellos, que pueden hacer todas esas cosas tranquilamente. No olvides que el sitio de las mujeres no es la calle, ni andar sola, ni olvides que los hombres son siempre un peligro; si lo olvidas… es cosa tuya. La segunda cuestión es demostrar que verdaderamente no querías que te violaran. No hay que demostrar que ellos te violaron, sino que tú no querías que tal cosa ocurriese. Se da por hecho que lo normal --si has transgredido las normas del punto 1-- es que ellos lo intenten. Lo masculino es tener siempre ganas de meter la polla en cualquier orificio de una mujer, piense lo que piense ella del asunto. Y lo normal es también tratar de vencer la primera negativa femenina, que se supone que es, también, lo normal en las mujeres. Una negativa no es bastante. Se exige siempre una especie de negativa cualificada que queda a criterio de los que juzgan. Porque volvemos a lo anterior, el comportamiento de ellos es lo normal, eso queda fuera del foco. Si la mujer no se resiste lo bastante --y aunque explique hasta la saciedad que no quería-- el comportamiento de ellos no merecerá reproche. ¿Y cuánto es bastante, mucho, poco? Nunca se sabe, eso queda a juicio de los que juzgan e intervienen muchas variables. En principio parece que hay que arriesgarse a un daño mayor, porque se supone que una mujer decente ha de preferir cualquier cosa a ser violada. Eso suele ser un criterio. Porque ser violada es lo peor y la que piense que peor es morir o sufrir más daño físico, esa ya entra en la categoría de sospechosa. Antiguamente, las mujeres se quitaban la vida antes de permitir que las violaran. De esas no quedaba duda de que verdaderamente no querían ser violadas, de todas las demás nunca está claro.

La tercera cuestión es que se trata de la palabra de una contra la de otro(s). No hay testigos. ¿Cómo se va a creer a las mujeres si hasta hace poco (y aun en muchos lugares) nuestra palabra valía la mitad que la de un hombre ante un tribunal? Un hombre siempre tiene presunción de verosimilitud, nosotras no y mucho menos cuando con nuestra sola palabra podemos hundir la vida de unos chicos normales y socialmente adaptados. La víctima de una violación muy a menudo sólo tiene su palabra, y eso en un contexto cultural en el que abrumadoramente se considera que las mujeres somos mentirosas, y así lo atestiguan refranes, frases hechas, personajes que pueblan obras de teatro, novelas, películas. Mentirosas y, además, odiamos a los hombres y queremos hacerles daño. El hecho de que una mujer decida denunciar una violación sabiendo que eso significa exponer su intimidad, su vulnerabilidad, ser juzgada, arriesgarse a ser cuestionada, rememorar el suceso en lugar de olvidarlo… eso no da apariencia de verosimilitud a la cuestión, más bien al contrario. Exponerse a pasar por todo ello también es sospechoso.

Y por último, la respuesta que se tenga a la violación influye en la consideración de la misma. Es decir, para que sea verdadera violación tienes que hundirte después y ya no levantarte; tienes que decretar que tu vida se ha roto de manera irremediable, cualquier otra reacción te convierte --también-- en sospechosa. Si tan grave es… ¿cómo es que no te mueres? ¿Cómo es que no te tiras a la pira? ¿No será que, en realidad, no te ha desagradado tanto como dices? Y así, volvemos al principio en un bucle de imposible resolución. Esto es lo que ha debido pensar el juez cuando ha admitido como prueba una investigación sobre la vida de la víctima. ¿Qué tiene que ver la vida anterior o posterior de la víctima con lo que ocurrió en aquel portal? ¿Qué más da, a la hora de juzgar si hubo o no agresión, que la chica se recuperara pronto o tarde? ¿Qué más da si recuperó su vida normal o no pudo hacerlo? ¿Qué relación tiene con el delito que después del suceso ella se divirtiera con sus amigas o se fuera de viaje? En definitiva: ¿a quién se está juzgando? 

En cambio, la vida de ellos sí que tiene importancia. En este caso, en cambio, el juez ha considerado que el siguiente mensaje no tiene nada que ver con el asunto: “Tengo reinoles [rohypnoles] tiraditas de precio. Para las violaciones”. “Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no pillarnos los dedos porque después queremos violar todos”. “Violaría una rusa que vea despistada y palizón a un niño de 12 años inglés. 2-0 y pa casa”. Que en su vida anterior los agresores hablaran repetidamente de que se estaba preparando para violar a una mujer no lo admite el juez como prueba, debe ser el comportamiento masculino habitual; que haya sobre ellos una denuncia por otra violación no importa, los hombres son así; que su comportamiento y su actitud ante las mujeres sea de un machismo insoportable no cuenta porque, ya sabemos que las violaciones no tienen nada que ver con el machismo y que todos los hombres hacen chistes sobre la cuestión. Ellos, machistas, agresores confesos, presuntos violadores, llegan al juicio siempre impolutos. Son hombres. Ella, en cambio, llega cargando una maleta de descrédito, sospechas, acusaciones, es una mujer y sólo por eso tiene mucho que demostrar. Queda mucho juicio por delante, es cierto. Ojala que no se cumplan algunos malos presagios.

Fuente: Beatriz Gimeno en Cxtx

#Yotecreo


Primero te violan. Luego te investigan, aunque tú no lo sabes. Te espían. En los medios muchos señores aseguran que no hay pruebas suficientes que indiquen que no fue sexo consentido. Esperas un año a que te hagan justicia. Y justo antes del juicio, periodistas famosos hacen encuestas por Twitter, como si de quinielas de fútbol se tratara.Luego tienes que acudir al juicio, y tienes que volver al lugar donde fuiste agredida. Y no dejan que te acompañe tu familia dentro de la sala. Y te enteras de que el juez ha autorizado que te pongan los videos de tu propia violación en el juicio y la defensa te pregunte por detalles sobre penetraciones anales y vaginales y sobre lo mentirosa que eres. Y te hacen preguntas durante cuatro horas. Y te dicen que por qué tienes vida social y cuelgas cosas en tus redes sociales, si tan mal estás.Y eres una mentirosa hasta que se demuestre lo contrario. Y todo esto por no haberse despedido de ti y no haberte invitado a una caña.Eso creen algunos. Algunos que no deben tener sangre en las venas.

Para mi España se divide hoy entre los que hablan de presuntos y los que no. Porque a mí no me hace falta que un juez me diga que podemos creerte. No me hace falta que te suicides o que te maten para creerte.Yo te creo. Te creo a ti, mucho más que a este sistema de mierda.A este sistema en el que pedimos, exigimos a las víctimas que denuncien. Pero luego las cuestionamos. ¿Es éste el mensaje que queremos mandar a las mujeres víctimas de violaciones? Porque si este caso no está claro yo me bajo del mundo. Porque si este caso no está claro no sé qué más evidencias podemos tener.
¿Cómo se demuestra que te han violado? Explíquenoslo, señores, por favor.

Si un vídeo no es suficiente porque estás quieta.Si no cuentan los mensajes en los que hablan de violar y drogar a mujeres, porque eso es humor. Si el hecho de que agredieran a otra chica un mes antes es independiente. Si que te roben el móvil es el final normal de cualquier escena de sexo consentido…Si la sociedad ve como normal que una chica de dieciocho años elija meterse en un portal con cinco extraños para ser penetrada vaginal, oral y analmente.. Cuánto daño ha hecho el porno. Los mitos sobre la mujer perversa y mentirosa. Cuánto daño hace el machismo cada día en el mundo. La Manada es el patriarcado en su máxima expresión. Este caso, la constatación más feroz de que esto es una guerra.


‘La Bella y la Bestia’, el cuento sobre un maltratador que nos vendieron como una historia de amor



La colección Érase dos veces reescribe clásicos infantiles para despojarlos de estereotipos sexistas y mostrar nuevos referentes


Un hombre encierra en su casa a una joven que acaba de conocer. Él la invita a cenar y ella declina la oferta, por lo que él le dice que no probará bocado si no es en su presencia. El secuestrador le prohíbe visitar una parte de la vivienda y cuando ella desobedece, él se enfada, pierde el control, le grita y rompe muebles con violencia. Ella, asustada, huye, pero al final regresa para tratar de cambiarlo y se enamora de él.

Las secuencias anteriores forman parte de la versión de los noventa del cuento clásico La Bella y la Bestia. En una charla en TEDxBarcelona, Belén Gaudes, fundadora de la editorial Cuatro Tuercas y de la colección de cuentos Érase dos veces, propuso a los asistentes que hicieran el ejercicio de imaginar a un hombre en el lugar de la Bestia. “¿Qué veis aquí?”, preguntó. “Maltrato. Este cuento dice que alguien que te secuestra y te humilla, lo está haciendo por amor, porque es un ser atormentado, triste, fruto de un hechizo, pero en realidad bueno. Y tú, además, si le quieres, tienes que soportar eso”, expone la autora durante una entrevista.

Belén Gaudes y Pablo Macías, una pareja de publicistas, hicieron esta reflexión el día que redescubrieron con su hija Violeta Cenicienta. “En la historia se cuenta que la belleza es una cualidad imprescindible; que un príncipe puede elegir esposa como si fuera a una zapatería, solamente por el aspecto externo; que las princesas siempre esperan, que su fin es casarse y que son ellos los que tienen las aventuras y los que deciden. Nos chocó mucho y revisamos los clásicos: de dónde venían, por qué se escribieron en su momento, su contexto... y decidimos reescribirlos partiendo siempre del original, porque nuestro proyecto cobra sentido cuando se compara con el clásico”. Un año y medio después y financiados a través del crowdfunding, vieron la luz los tres primeros títulos de la colección Érase dos veces, con ilustraciones de Nacho de Marcos. El éxito fue de tal calibre, que hoy en día cuenta ya con 12 libros. “Nuestra Bella se deja la piel por escapar y cuando la Bestia le dice: ¿Qué va a ser de mí si te vas?, ella le responde: lo siento, pero eso solo depende de ti”.

Gaudes explica que el sentido de estos cuentos es ser un contrapunto al original, una oportunidad para reflexionar y establecer debates en casa. ¿Es acaso lícito darle a una persona desmayada un beso sin su consentimiento como en La Bella Durmiente? “Se trata de mostrar referentes nuevos. Si no hay otra opción, la historia siempre será la de la princesa que espera a que la rescaten”.

Además del sexismo, los libros tratan el bullying (el patito feo es defendido por los compañeros cuando otro alumno le agreden en la escuela), el respeto a la infancia (en este Pinocho, la nariz les crece a los adultos) y la homosexualidad (la ratita presumida es lesbiana).

Hasta el momento, la colección ya ha llegado a México, Uruguay, Chile, Colombia y Argentina. Próximamente estará en Costa Rica. En España, aunque cada vez más asociaciones de madres y padres, grupos de mujeres y psicólogos que trabajan con víctimas de maltrato reclaman sus libros, la creadora de la colección reconoce que el objetivo pendiente es llegar a las aulas. “Este proyecto nació para cambiar el mundo”, asegura Gaudes entre risas. “Pero para eso los cuentos tienen que estar en muchas casas y colegios. Entrar en ellos para que se puedan trabajar en clase con niños de primaria y secundaria”.

Nuevo proyecto

Antes de final de año la editorial Cuatro Tuercas lanzará la colección Ande yo Valiente. En esta ocasión, Belén Gaudes y Pablo Macías continúan trabajando sobre la construcción de nuevas identidades pero a partir de cero, con narraciones modernas en rima. Benito y su carrito, Marta no da besos y Teresa no quiere ser princesa serán los primeros cuentos de esta serie. “Es una carrera de fondo para cambiar conciencias. Porque si no se trabaja desde la infancia, todo lo que nos ha pasado como mujeres se va a seguir repitiendo. Porque hay que cambiar los modelos de niños y niñas desde que son pequeños”, indica la autora.

Fuente: El País

Vídeo: Impactante Tabú de Jon Sistiaga sobre el machismo con Blanca Portillo

El lenguaje no es neutro.


Ellas 139 euros, ellos 640 euros: la brecha salarial de un hotel en Tenerife, declarada ilegal


El Tribunal Superior de Justicia de Canarias anula el reparto salarial de un hotel por pagar un plus de productividad diferente a las camareras de piso (mujeres) y a los camareros de sala (mayoritariamente hombres)

Las dos ocupaciones pertenecen al mismo nivel profesional del convenio y tienen el mismo salario base


El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ha dictado una sentencia en la que detecta con claridad un caso de brecha salarial: un hotel de Tenerife paga un plus de productividad diferente a las camareras de piso (mujeres) y a los camareros de sala (mayoritariamente hombres). Por este concepto, ellas cobran 139 euros, mientras que ellos 640 euros, a pesar de que las dos ocupaciones pertenecen a la misma categoría de su convenio. El TSJC señala que este plus de productividad es una "discriminación indirecta" por razón de género. 

La Sala de los Social estima parcialmente el recurso que la Federación de Servicios de CCOO presentó contra la sentencia del Juzgado de lo Social Nº 5 de Santa Cruz de Tenerife, que no había visto discriminación alguna en que las camareras de piso cobren menos que otros compañeros del mismo grupo. 

Según informa el sindicato, la sentencia estima que el colectivo laboral de departamentos de pisos (compuesto en el 92% por mujeres) del Hotel Best Tenerife está siendo discriminado salarialmente a través del cobro de un “plus de productividad” de 139 euros mensuales, mientras que el colectivo laboral de camareros de sala (formado en el 85% por hombres) cobran por ese mismo concepto 640 euros. Ambas categorías están encuadradas en el mismo nivel profesional (nivel IV) de su convenio y tienen el mismo sueldo base. 

CCOO recuerda que e l TSJC ha de resolver otros dos recursos presentados ante sentencias de instancia similares que afectan a los hoteles Costa Adeje e Isla Bonita, y el sindicato tiene detectado otros 37 casos de un total de 50 hoteles estudiados.

El sindicato aclara que l a parte no estimada por el TSJC a su recurso es la que requería que se le aplicara al colectivo de pisos el mismo plus de productividad que los camareros y camareras de sala, pues ambas categorías se hallan en el mismo grupo profesional del Acuerdo Laboral de Hostelería Estatal, y cuentan con idéntico sueldo base en el Convenio Sectorial de Tenerife.

La nulidad del Pacto Salarial, según el TSJC, conllevaría la vuelta al sistema de reparto de las antiguas ordenanzas, aunque, según reconoce la sentencia, seguramente sería declarado asimismo discriminatorio en la actualidad; con lo que la solución definitiva a este asunto se ha de resolver en una mesa de negociación en la que se alcance un nuevo acuerdo no discriminatorio o mediante sentencia del Tribunal Supremo, si así lo requirieran las partes.

Fuente: El Diario.es

martes, 14 de noviembre de 2017

El 27,4% de los jóvenes considera "normal" la violencia de género en una relación, según la FAD

Concentración en la Puerta de Sol contra la violencia de género, el pasado mes de febrero OLMO CALVO
El 27,4 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 29 años cree que la violencia de género es "una conducta normal" en el seno de una pareja, y el 31,5 % cree que es un problema que aumenta progresivamente por culpa de la población inmigrante.

Son dos de las conclusiones extraídas del Barómetro 2017 del ProyectoScopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, tras entrevistar a 1.247 jóvenes de 15 a 29 años el pasado mes de abril.

Por su parte, el 21,2 % considera que es un tema politizado que se exagera y casi un 7 % cree que es un problema inevitable que, aunque esté mal, siempre ha existido.

En un comunicado, el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud ha explicado que este tipo de opiniones sobre la violencia machista es superior entre los varones y en los niveles de estudios inferiores.

Sólo existe un mayor acuerdo con ellas cuando se dice que "es un problema social muy grave", una afirmación en la que se muestra de acuerdo el 87 % del total de la población joven encuestada.

Otras preguntas del barómetro se referían a la discriminación y, en general, los jóvenes reconocen que hay factores de exclusión por encima del género.

Por ejemplo, un 47,9 % reconoce la identidad y la orientación sexuales como motivo de discriminación; un 45,1 % apunta al origen étnico o racial; un 38 % al aspecto físico y el 29,3 % señala la nacionalidad.

Asimismo, el 23,7 % de la población juvenil percibe que existe discriminación por razones de género, por encima de motivos religiosos, intelectuales, económicos, de edad o ideológicos.

Tres de cada cuatro jóvenes creen que las oportunidades de las mujeres en cuanto a salarios o en el acceso a puestos de responsabilidad en las empresas son mucho peores que las oportunidades de los hombres.

Así, más de la mitad consideran mucho o algo peores las oportunidades de las mujeres con respecto a encontrar un trabajo (62,4 %); en cuanto a la posibilidad de compaginar vida laboral y familiar (57,4 %); en el acceso a puestos de responsabilidad en la vida política (61,9 %); o para ganar dinero (59,3 %).

Fuente: El Mundo

sábado, 11 de noviembre de 2017

Canciones contra la violencia machista

Bebe - Malo




Pasión Vega - María se bebe las calles




Victor Manuel -  El club de las mujeres muertas




El Chojín y Lidia - El final del cuento de hadas




Amistades peligrosas - Quítame este velo




Revólver - Lo que Ana ve




Melendi - Hasta que la muerte nos separe




Sergio Contreras - Te está matando




Andy y Lucas -  Y en tu ventana




Fondo flamenco - Princesa




Entrada  publicada en Igualdad

No te pierdas. Sin libertad no hay amor

Pulsa en la imagen para descargar el manual

Campaña '#Notepierdas. Sin libertad no hay amor', puesta en marcha por la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, a través de Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y del Instituto Andaluz de la Juvetud (IAJ).
Esta campaña para la prevención de la violencia de género consta de dos vídeos complementarios que nos narran el inicio de conductas de dominio en una chica y un chico, y un manual para el uso de la campaña titulado En el laberinto.




Chica:

"Siempre que me han preguntado qué pienso sobre el amor he tenido clara mi respuesta: existe. Existe el amor verdadero en el que dos personas se complementan, se apoyan y son sinceras la una con la otra. Existe el amor apasionado, el amor que no se gasta, el de verdad. Me encanta las horas que pasamos juntos. No es que no dedique tiempo a amigos y familia, es sólo que lo ha pasado mal en su última relación y necesita más que nunca mi apoyo. “Mi niña, mi vida”, y así todo el día. Me hace sentir tan especial… Sé que lo nuestro es algo único que no se encuentra así como así. Por eso nuestro amor es cada vez más fuerte. ¿De verdad esta camiseta me hace más gordita?


La verdad es que últimamente creo que le atraigo menos. Él dice que es broma y como estoy segura de que lo nuestro es para siempre, si tengo que cambiar algo para que nuestra relación mejore, lo haré. Últimamente no para de estar pendiente de lo que hago: que si podía haberle avisado al llegar a casa, que le avise si voy con mis amigas, que si ya no lo quiero. Seguro que si hablo con él, tranquila, puedo hacer que cambie y que vuelva a estar todo como antes. Me preocupa que estas discusiones sin motivo hagan que nuestra relación se enfríe y termine dejándome por otra. Por eso, intento enfadarle lo menos posible. Quiero que volvamos a ser los de antes: sin peleas y sin malas caras.

Reconozco que no paro de ceder y a veces estoy un poco cansada. Pero tengo claro que me quiere y, si es necesario, renunciaré a lo que haga falta para que estemos juntos. Mis familia y mis amigos no paran de meterse donde no les llaman.

¿Tan difícil es que entiendan mi relación y me dejen tranquila? Las rupturas se han vuelto parte de la rutina: ahora te dejo, ahora quiero que me perdones y me dejes estar bien… Las peleas son cada vez más fuertes, incluso si no me apetece enrollarme siempre que él quiere. Hay días que me siento realmente asustada porque la situación es muy violenta.

Me da miedo que algún día vaya más allá. Intento defenderle y hacerle razonar, pero es imposible: la situación ha perdido totalmente el rumbo. Parece que la única culpable soy yo. Yo soy la que hace que se enfade tanto y llegue hasta el punto de pegarme. ¿Tendré realmente la culpa de todo esto? ¿Será verdad que no sirvo para nada?"






Chico:

"Desde hace tiempo tengo claro como quiero que sea la mujer de mis sueños. Quiero que tengamos una relación especial. Deberíamos hacerlo todo juntos. Apoyarnos en todo, tener una relación sincera y apasionada. No entiendo, aunque a veces lo acepte, que no esté conmigo siempre que yo quiera. Tampoco entiendo que no me deje mirar su móvil o tener rollo cuando yo quiera.

Sé que irá cambiando y sé que lo hará por mí. Ahora, soy su mayor apoyo en este mundo. Ella debería agradecerme los consejos que le doy, sólo quiero que sea mejor persona. Por eso, hago comentarios sobre su ropa, su aspecto, sus aficiones.

Es todo por su bien, pero a veces se enfada y le digo que es broma. Claro, que si sigue haciendo las cosas como quiere y no como debe hacerlas, tengo que enfadarme. Tengo derecho a decirle lo que no me gusta. Que se ponga determinada ropa, que salga sin mí, que hable con sus amigos por whatsapp… Al final hará lo que haga falta con tal de estar conmigo.

Muchas veces la familia y los amigos no son capaces de entender las verdaderas relaciones de amor e intentan controlarlo, así que es mejor mantener la distancia con ellos.

¿Qué problema hay en tener la clave de su móvil y de sus redes sociales? Si no hay nada que ocultar no debe haber ningún problema, ¿no? No me gusta ser controlador, pero a veces siento celos. Si, claro que siento celos. ¿Cómo no voy a sentir celos si la quiero? Yo no soy así, pero me enfada tanto que me hace perder los papeles. En el fondo, ella sabe que es mejor no alterarme. Una vez que me empiezo a alterar, solo con amenazar y avisar que no me moleste tanto es suficiente para que las cosas sean como tienen que ser."




Documentos relacionados:
MANUAL DE USO

Información en Twitter

https://twitter.com/IAMJunta/status/797862133845331969

“Solo un hijo varón me hará parar”


La familia Sand posa frente a su casa. Falta la hija mayor, que estudia en la ciudad. / Foto: Zigor Aldama

Bhim Bahadur Sand tiene seis hijas. La única razón por la que no obliga a su mujer a realizar abortos selectivos está en que no puede pagarlos. Seguirá procreando hasta que llegue el niño que ansía.


Bhim Bahadur Sand está convencido de que algo de lo que ha hecho en su vida ha enfurecido a los dioses. “Si no, ¿por qué iban a darme seis hijas?”, se pregunta desesperado, pero en voz apenas audible. Niña, niña, niña, niña, niña, y niña. La primera nació hace quince años, y la más joven está a punto de cumplir tres. Pero Bhim no pierde la esperanza. “Solo un hijo varón me hará parar”, responde cuando se le pregunta por sus planes de futuro. “Necesito un niño que dé continuidad al linaje familiar y que se convierta en el heredero de la familia”, sentencia.

No es que los Sand tengan mucho que dejarle en herencia. Viven en una casa de madera y adobe y trabajan una pequeña parcela de campo adyacente en el remoto pueblo de Lakshminagar, situado en el distrito nepalés de Doti, al oeste del país. Cultivan arroz, maíz, jengibre y algunas frutas. Pero la tierra apenas da para sobrevivir, así que Bhim viaja cuatro meses al año a India para trabajar como cocinero en una pequeña tasca. “Allí puedo ganar 12.000 rupias (160 euros) al mes para sacar adelante a la familia”, dice. No es el único que emigra de forma temporal para dar esquinazo a la miseria: el Gobierno nepalés estima que entre uno y dos millones de sus ciudadanos viajan al gigante vecino para complementar los ingresos que obtienen de la agricultura y la ganadería.

Lógicamente, tener seis bocas que alimentar es un lastre importante para los Sand. “También tenemos problemas para vestirlas y enviarlas a la escuela, y casarlas va a ser un quebradero de cabeza aunque no tengamos que pagar dote por ellas. No sé si podremos hacer frente siquiera a lo que costarán los festejos”, añade el padre de familia. Pero Bhim sacude la cabeza cuando se le pregunta si ha pensado alguna vez en realizar los abortos selectivos que, según estimaciones de Unicef en 2012, previenen el nacimiento de unas 14.000 niñas nepalesas cada año. “Nos gustaría, pero no tenemos suficiente dinero para pagar esos procedimientos”, justifica.

En el centro de salud del pueblo, operado por el Gobierno con el apoyo de Unicef, reconocen que hay gente que se gana la vida con un aparato de ultrasonidos. “En Nepal es ilegal dar a conocer el sexo de un feto, pero hay quienes van casa por casa haciendo ecografías y practicando abortos que, en algunos casos, pueden poner en peligro la vida de la madre”, comenta la matrona Pabitra Awasthi. Ni siquiera las penas de prisión sirven para disuadirlos, porque la demanda de estos servicios es elevada y el negocio muy goloso. Eso sí, todo el mundo calla cuando se pregunta quién lleva a cabo las pruebas.

Tres de las hijas de Dipa y Bhim. /Foto: Zigor Aldama
No obstante, las estadísticas demuestran que los abortos selectivos son una realidad que no solo se da en las zonas rurales. Un estudio publicado por BMJ llegó a la conclusión de que, tras la legalización del aborto en 2002, se da sobre todo entre las clases más altas. El análisis de los hijos que tuvieron 31.842 mujeres de entre 15 y 49 años demostró que, antes de la legalización, nacían 1.021 mujeres por cada 1.000 hombres cuando el primer hijo era una niña. Después, sin embargo, la tasa cayó a una media de 742 niñas por cada mil niños. Entre las mujeres con mayor poder adquisitivo, la ratio se desplomó todavía más: 325 mujeres por cada 1.000 varones. La naturaleza no hace eso.

La mujer de Bhim, Dipa Kumari Sand, escucha la conversación a unos pasos de distancia y en silencio. Está sentada en el porche y abraza a sus tres hijas más pequeñas. Son las siete de la mañana y hace frío. Tiene que preparar el desayuno, el tradicional dal-bhat (arroz con lentejas), pero parece interesada en saber cuáles son los planes de su marido, con el que fue casada cuando ella tenía 15 años y él 20. Fue un matrimonio infantil al uso –entre 2002 y 2012 el 40,7 por ciento de las mujeres fueron casadas antes de cumplir los 18– en el que ella no tuvo ni voz ni voto: un matrimonio forzoso. Y poco ha cambiado eso último desde entonces. “Mi suegro buscaba una mujer para su hijo y mi familia aceptó que fuese yo”, recuerda un poco después, cuando Bhim ya no está presente y ella puede hablar libremente.

La de Dipa es una vida de sacrificios. En muy contadas ocasiones puede hacer lo que realmente quiere. “Tuve a mi primera hija con 16 años. Nadie me explicó qué tenía que hacer. No recibí ningún tipo de asistencia médica ni antes ni durante el parto. Desde entonces, he tenido que cuidar de mis hijas y ser tanto una madre como un padre cuando Bhim está en India. Es duro, pero una se acostumbra al final”, afirma.

La familia Sand casi al completo. / Foto: Zigor Aldama
El resto de sus hijas también nacieron en casa, pero las campañas llevadas a cabo por el Gobierno y Unicef para extender los cuidados prenatales le han permitido certificar la buena salud de los bebés antes de dar a luz. “El problema es que el centro de salud está muy lejos, así que muchas mujeres aquí parimos en casa”, explica. Cuando se le pregunta si quiere tener más descendientes, tarda en contestar. “No me lo he planteado. No soy yo quien decide eso”, dice finalmente. Ha oído hablar de los métodos de planificación familiar, pero es Bhim quien tiene la última palabra.

Cuando regresa, el marido detalla todo lo que han hecho para tratar de dar con el ansiado varón. “Voy a menudo al templo y hago rituales con los chamanes. Siempre me aseguran que el próximo será niño, pero no hay manera”, ríe en uno de los pocos momentos en los que cambia la expresión. Como sucede a menudo, muchos en el pueblo culpan a Dipa. “Algunos me dicen que debería abandonarla y casarme con otra mujer, pero no tengo intención de hacerlo”, afirma. Claro que, si cambiase de idea, no sería el primero.

Los Sand también se resisten todavía a registrar a sus niñas. Las tres más pequeñas no existen oficialmente. “Ya sé que la ley nos obliga a dar cuenta de su nacimiento en el Gobierno, pero la oficina queda muy lejos y nunca tengo tiempo”, vuelve a intervenir Dipa. Curiosamente, ella pertenece al grupo de madres que, teóricamente, se reúne cada cierto tiempo para discutir asuntos sociales y aprender cuáles son sus derechos y obligaciones. “La verdad es que apenas voy porque nunca tengo tiempo”, cuenta con lástima. No en vano, las reuniones se celebran a más de una hora de camino andando. Y no hay transporte público.

El Gobierno estima que unos 50.000 nepaleses cruzan la frontera con India cada año en busca de servicios médicos, un término vago que esconde muchos otros abortos. “Ojalá las mujeres fuésemos consideradas iguales a los hombres”, se encoje de hombros Dipa antes de ponerse a preparar la comida.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Unidades didácticas para el 25N “Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres”

Como cada año, USTEA elabora un conjunto de Unidades Didácticas para trabajar en las aulas con motivo del Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres el 25 de noviembre.


Descargar PDF pinchando sobre la imagen

http://organizaciondemujeres.org/wp-content/uploads/2017/11/UnidadesDidacticas_25N_2017_STEs.pdf

Fuente: USTEA

domingo, 5 de noviembre de 2017

Las niñas madre de las chabolas de El Gallinero: un bebé en los brazos a los 14 años




En este poblado a 12 kilómetros del centro de la ciudad de Madrid la tradición viste a las niñas de largo al bajarles la regla y las casa aún en edad escolar

Violeta tiene marido desde los 12 y con 18 años cría a tres hijos: "Me gustaba un chico y me casé. Todas las chicas aquí lo hacen así. Mis hijas también lo harán"

Los matrimonios carecen de efectos legales pero "dejan de estudiar y ya no hay nada que hacer", explica Paco Pascual que trabaja en el asentamiento desde hace años


Larisa es la única niña de El Gallinero que lleva pantalones largos. Está a punto de cumplir 14 años y no quiere ser madre, sino peluquera. Sus progenitores, Livia y Elvis, quisieron ponerle falda larga cuando le bajó la regla, como es tradición en la cultura rumana gitana. Dijo que no, con convicción adulta. También se negó a casarse. Ellos saben que si no lo hacen pronto, perderán la dote. "Primero quiero estudiar y trabajar para que mi madre ya no tenga que salir a pedir dinero en la calle. No quiero ser como el resto de chicas que se casan tan pronto", explica Larisa.

Su hermana Alicia, de nueve años, ya lleva falda larga. "Es una manera de mostrar respeto frente a los chicos", dice Larisa, "pero a mí es que ahora no me interesan los chicos". 

El Gallinero es un poblado chabolista de familias rumanas de etnia gitana asentadas a solo 12 kilómetros del centro de la ciudad de Madrid. Aquí llegaron a convivir hasta 500 personas, pero los derribos y la imposibilidad de mejorar sus vidas han provocado que la mayoría emigrase a otros países como Francia o Gran Bretaña. Ahora quedan apenas cuarenta niños con sus padres y madres. 

A unos 20 metros de la chabola en la que viven Larisa y su familia, está la de España, una cría de 16 años que se casó a los 13 con Ricardo, un joven unos años mayor que ella. A los 14 dio a luz a su primer hijo, Kevin. Hasta entonces, iba al colegio y veía telenovelas como cualquier niña de su edad. Reconoce que, de momento, no quiere tener más hijos pero dice que no depende de ella. "Si viene, viene... Qué voy a hacer".

"No me gustaba demasiado estudiar, así que me casé". España habla con frases cortas, no le gusta exponer su intimidad y cuando su suegra entra en la chabola, calla. Hace tan solo dos años, cuando Kevin era un recién nacido, España decía: "Me gustaba ir a clase, escuchar música, bailar… pero ya no tengo tiempo de eso, tengo que cuidar del niño". Su marido asentía. 

Repudiadas por denunciar malos tratos 

"Es muy difícil conseguir que estas chicas tan jóvenes, que son niñas, rompan con la tradición. Les cuesta hablar del tema. Hace unos meses, dos mujeres de El Gallinero denunciaron a sus maridos por malos tratos. Ahora las repudian, ya no pueden volver al poblado", explica Paco Pascual, profesor jubilado y voluntario de la Parroquia de Santo Domingo de la Calzada. "En cuanto las casan, dejan de estudiar y ya no hay nada que hacer", añade Pascual, que lleva casi una década trabajando para que los menores de El Gallinero no sigan el patrón de sus mayores. 


Violeta desayuna pescado del día anterior en un banquito que hay junto a su chabola. Lo desmenuza y coge los trocitos con los dedos. Come un poco y el resto se lo da al bebé que lleva en brazos. Tiene 18 años y tres hijas. "Me gustaba un chico y me casé [a los 12]. Todas las chicas aquí lo hacen así. Mis hijas también lo harán así", explica.

A veces ni siquiera saben cómo evitar un embarazo: "Yo no uso nada. Simplemente cuando me quedo embarazada, me quedo y ya está. Yo no decido", reconoce Violeta. "Por eso es tan importante la educación, cuando van al colegio salen de su mundo, ven otras cosas. Sobre todo, las niñas se dan cuenta de no tienen por qué resignarse a ser solo madres. Cuando dejan de ir al colegio porque ya empiezan a tener edad de casarse es cuando se echa todo a perder", apunta Paco Pascual.

Una dote de 10.000 euros

Las bodas no lo son como tal a efectos legales: son ceremonias familiares simbólicas en las que hay un intercambio de dinero. La familia del novio paga cerca de 10.000 euros a la familia de la novia. "Normalmente, todo lo que consiguen de ayudas del ayuntamiento o lo que ganan con el cobre lo guardan para cuando tengan que dar la dote", señala Pascual. 

Diagrama tiene 24 años y es la tía de Larisa. Entre ella y su sobrina hay solo 10 años de diferencia, pero las expectativas vitales son antagónicas. Diagrama ya tiene cinco hijos, pero quiere más. Larisa, que debe cuidar de sus hermanas al salir del colegio, no imagina un bebé en su vientre. "Mis profesoras, Elena, Leonor e Isidora, me dicen que yo puedo ser lo que quiera". 

Una de sus docentes le recomendó el libro No eres una lagartija, una metáfora sobre cómo combatir la identidad que el entorno configura sobre uno mismo: "Es mi favorito porque parece que habla de mí. Una vez soñé que yo trabajaba de secretaria, como una chica de una película. Y ella no tenía hijos ni nada. Pensé: ‘Quiero ser ella’. Yo antes pedía dinero en la calle, ¿sabes? Pero ya no quiero ser esa persona".

La vida en El Gallinero sucede al margen de todo evento político y mediático relevante. Igual que las mujeres barren el polvo para sacarlo fuera de sus chabolas, la política barre fuera de casa.

El día en que Cataluña se proclamaba independiente, España alimentaba a su hijo y preparaba la comida para su suegra y su marido. "El ayuntamiento de Carmena al menos ha asfaltado algunas zonas y ha puesto letrinas. Que está bien. Está bien porque al ver que no derriban sus chabolas pues las familias empiezan a echar raíces. Y si echan raíces, en vez de estar dando tumbos de un lugar a otro, es cuando los niños empiezan a tener una rutina. Pero hay que hacer más, si las niñas se siguen casando y pariendo significa que todo lo que hacemos aún es insuficiente", critica Paco Pascual.

Fuente: El diario.es