miércoles, 27 de diciembre de 2017

La doble campeona del mundo de ajedrez renuncia a defender sus títulos en Arabia Saudí por el trato a las mujeres en el país


La ucraniana Anna Muzychuk esgrime sus "principios" para no acudir a un país donde la mujer es tratada como "una criatura de segunda"

La doble campeona del mundo de ajedrez, la ucraniana Anna Muzychuk, ha anunciado que renuncia a defender sus títulos en el Mundial de partidas rápidas y relámpago que se va a celebrar estos días en Arabia Saudí. ¿La razón? El machismo imperante en el país. En un comunicado publicado en su cuenta de Facebook, Muzychuk, de 27 años, esgrime sus "principios" para no acudir a un país donde la tratarían como "una criatura de segunda" por ser mujer.

"Estoy dispuesta a defender mis principios y saltarme el evento, donde en cinco días esperaba ganar más de lo que consigo en 12 torneos juntos. Todo eso es molesto, pero lo más molesto es que casi a nadie le importa", escribe Muzychuk.

Muzychuk se niega a aceptar las normas que impone Arabia Saudí a las mujeres. "He decidido no ir a Araba Saudí. No jugar con las reglas de otro, no llevar abaya -la túnica larga que se lleva en los países árabes-, no ser acompañado al salir y no sentirme una criatura de segunda", añade.

Según informa el diario Marca, la organización del Mundial había dado permiso para que las mujeres pudieran jugar sin llevar hiyab (velo que cubre la cabeza), pero imponía otras normas en el vestir: "trajes formales azul marino o negro, con camisas blancas, de cuello abierto o con corbata; y trajes de pantalón, con blusas blancas de cuello alto para mujeres".

La de Muzychuk no será la única ausencia. Su hermana, Mariya, también ajedrecista, tampoco acudirá al Mundial de Arabia Saudí. Y tampoco estarán siete ajedrecistas israelíes a los que Arabia Saudí ha impedido la entrada en el país. Arabia Saudí no mantiene relaciones diplomáticas con Israel. 

Fuente Público

viernes, 22 de diciembre de 2017

"Prefiero tener un árbol a tener una mujer": la polémica canción machista de la Legión


IU ha compartido este jueves un vídeo en el que se puede ver a miembros de la Legión coreando por Sanlúcar una canción machista. El Ejército de Tierra ha prohibido que esto se repita

El Ejército de Tierra ha prohibido a sus miembros que reproduzcan cánticos "carentes de oportunidad" que "no muestran la realidad" de las Fuerzas Armadas después de la polémica generada por la Legión en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en una marcha por la ciudad reproduciendo una canción con letra machista.

Izquierda Unida compartió este jueves un vídeo en el que se puede ver a miembros de la Legión coreando por las calles de Sanlúcar una canción con frases como: "Prefiero tener un tanque a tener una mujer; porque el tanque va a la guerra y la mujer la guerra es. Prefiero tener un árbol a tener una mujer; porque el árbol tiene ramas y la mujer ramera es. Prefiero tener un perro a tener una mujer; porque el perro ladra que ladra y la mujer ladrona es".



domingo, 17 de diciembre de 2017

El año feminista



Si el movimiento contra el acoso sexual resiste los ataques, puede marcar la historia del feminismo


El año que está a punto de terminar ha sido escenario de un movimiento que puede traer magnificas consecuencias: las mujeres han empezado a reclamar su voz en el espacio público y a denunciar sistemáticamente el acoso sexual a que son sometidas en ese espacio común. Si ese movimiento resiste los ataques a que ha sido sometido y consigue mantenerse en el tiempo, puede ser uno de los acontecimientos que marquen la historia del feminismo.

Es innegable que la situación de las mujeres ha experimentado un cambio impresionante, si no en todo el mundo (India sigue siendo un país terriblemente cruel,incluso peor que algunas teocracias islámicas) sí al menos en su parte más desarrollada. Pero, como mantiene la filósofa Amelia Valcárcel, “ellas, las mujeres, han cambiado, pero se han encontrado con que ellos, los hombres, mantienen sus propias y viejas reglas”.

Ellos, los hombres, ocupan el espacio público en mucha mayor parte de lo que les corresponde y, por primera vez, parece que las mujeres se han hartado de esa actitud. El caso más emblemático es el famoso despatarre masculino,la tendencia de los hombres a sentarse en un espacio público, invadiendo el lugar de la mujer, encogida a su lado. Sin embargo, la ocupación más grave es la que se produce a la hora de hablar. La BBC publicó que, pese a la creencia de que las mujeres hablan más que los hombres, hay evidencia de que ocurre lo contrario. La historiadora Mary Beard ha documentado hasta qué punto los hombres creen que son ellos quienes deben hablar en el espacio público y otro estudio, titulado Silent Sex, asegura que hace falta que haya cuatro mujeres por cada hombre para que se conserve un cierto equilibrio en el espacio común. Es famoso el estudio que demostró la escandalosa cantidad de veces que Sonia Sotomayor, miembro del Tribunal Supremo de EE UU, era interrumpida por sus colegas.

La reacción de las mujeres frente a esta exhibición de poder masculino, esta especie de machorragia que padecen muchos hombres, incapaces de controlar su tendencia a ocupar todo el espacio público, bien sea con desparrame físico o con hemorragia verbal, empieza a ser consistente. “Deje de interrumpirme”, “deje de explicarme lo que acabo de decir” son frases que pronuncian cada día más mujeres, hartas de la presión que padecen.

Más importante aún es el movimiento conocido como Me, too que ha arrancado en EE UU como una denuncia del acoso sexual que padecen las actrices en el mundo del espectáculo, Me, too se está extendiendo a otros ámbitos de trabajo y ya son bastantes empresas en las que se colocan listas para que las mujeres afectadas denuncien a los protagonistas de ese acoso físico. La protesta iniciada en Hollywood ha llegado incluso a India, donde la ministra de la Mujer ha enviado una carta de 25 directores de cine y famosos actores pidiéndoles que acaben con los ataques a las mujeres en Bollywood.

“Van a acabar con la confianza entre hombres y mujeres”, se quejaba recientemente un columnista estadounidense, “si no podemos hablar con naturalidad”. ¿Qué tiene que ver la confianza con las continuas apelaciones a la condición sexual del interlocutor? La confianza no desaparecerá porque los hombres cambien sus viejas reglas.

Como ocurre siempre con las reivindicaciones feministas, nada será fácil. Hace tiempo que existe en el llamado internet profundo una red, Manosphere, que reúne a grupos de hombres que se sienten víctimas de la nueva presencia femenina y que denuncian lo que ellos llaman pérdida de valor cultural de lo “masculino”. Igual que renacen los grupos supremacistas blancos, están renaciendo grupos de supremacistas machos. Un peligro.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La carta de la hija de Ana Orantes 20 años después del asesinato de su madre



Raquel Orantes, la hija de Ana Orantes, homenajea a su madre con una carta en la que recalca la importancia de su caso en la lucha contra la violencia machista


El próximo 17 de septiembre se cumplen 20 años de la muerte de Ana Orantes la mujer que acudió a Canal Sur a denunciar que su marido la maltrataba y que fue asesinada trece días después.

Por este motivo, su hija Raquel Orantes le dedica esta emotiva carta:


Hola, mamá.

Te escribo en la distancia y pasado el tiempo, pero con la esperanza de que mis palabras lleguen de alguna manera a ti.

Hace ya 20 años que te arrancaron de nuestras vidas. Un desgraciado 17 de diciembre que ha marcado nuestras vidas de tu ausencia y ha llenado de lágrimas cada día. Me gustaría decirte que tu testimonio, ese con el que rompiste un silencio para denunciar un matrimonio de más de 40 años de maltrato, ha quedado marcado en la memoria de un país que hoy en día te recuerda; que muchas mujeres ven reflejado su dolor en tu dolor; que gracias a ese acto de valentía impulsaste, por fin, la creación de una ley integral contra la violencia de género; y que, en muchos casos, denuncias como la que tú realizaste no quedan impunes.

Me gustaría contarte que ni una mujer más ha tenido que abandonar su hogar, como lo hacías tú cuando tu agresor rompía en cólera, con todos nosotros avanzando delante de tu partida. Me gustaría contarte que las sentencias son justas, que los jueces no las siguen “interpretando”. Que al igual que tú, ninguna mujer tiene que convivir con su maltratador, que ninguna mujer, aunque haya roto la relación, tiene que vivir con el miedo de que en cualquier momento su agresor entre en casa. Que ningún hijo o hija tiene que permanecer alerta en sus sueños como lo hacíamos nosotros.

Aún recuerdo con angustia cómo, ante cualquier ruido, me levantaba con ese bate de béisbol que antaño sirvió para el juego, y que transformé en un arma de defensa. Con el número de la policía siempre a mano. Con la desazón de dejarte en muchos momentos sola porque tenía que trabajar. Tu angustia era la mía, cada mañana y cada noche.

Me encantaría decirte que todo ha cambiado. Que hay voluntad política, que las movilizaciones sociales son a una, y que todas las personas que trabajan para que se erradique la violencia hacia la mujer han conseguido avanzar. Ojalá decirte que hoy en día hijos e hijas de mujeres valientes como tú no somos los grandes olvidados de la barbarie.

Desearía contarte que nos protegen, que ya ningún niño ni niña llora en silencio su desgracia, acurrucados como lo hacía yo en la soledad gris y triste de su habitación. Que esos críos ya no son maltratados, mutilados psicológicamente, arrancados de sus hogares, asesinados en muchos casos...

Pero, mamá, eso no es así. Las víctimas, palabra que no me gusta porque somos supervivientes de la violencia -y tú lo sabes mejor que nadie-, siguen siendo las mismas. Siguen asesinando con impunidad; seguimos siendo, desgraciadamente, ciudadanas de segunda; y ley, hoy por hoy, no ha conseguido todo lo que debería.

Sabes que nuestras vidas, como hijos, nunca ha sido fácil. Presenciamos demasiadas peleas y agresiones; muchas de ellas, en carne propia. Sufrimos tanta hostilidad y desprecio de una persona que, se suponía, te quería, nos quería, pero que nos consideraba tan sólo objetos de su dominio, juguetes que manejaba a su antojo. Un ser destructor, autoritario, frío y agresivo en casa, pero gentil y agradable de puertas para afuera. Como decía tu padre, mi abuelo, un “candil de puerta ajena”. Alguien que no mostraba su verdadera faceta, alguien a quien desde bien pequeña no he tenido más que miedo, pavor y, aún sin saber muy bien por entonces su significado, desprecio.

Desprecio por todos esos malos gestos contigo y con nosotros, por esas agresiones que jamás nadie debe recibir de un padre o de un marido. Nuestra infancia se reduce a aquella que disfrutamos a ratos a tu lado, cuando él, a quien no considero padre, se alejaba. Esas temporadas en las que permanecía fuera varios meses, VIVÍAMOS, respirábamos, corríamos por las calles, sin el temor de que llegara. Disfrutábamos tanto... ¿verdad, mamá? De nuestra complicidad, de nuestras escapadas al centro de Granada. También recuerdo las visitas a tu madre, nuestra abuela, la que nos comía a besos y nos contaba historias; a la que veíamos y disfrutábamos tan poco... Un aislamiento impuesto que te separaba de todos aquellos a los que queríamos y que nos querían: tíos, abuelos, hermanos...

Te echo tanto de menos, mamá. Me haces tanta falta... En mis decisiones, en mi camino, en mi vida. Has sido y serás la mujer mas valiente y honesta que he conocido. Me has inculcado valores, y me has educado desde el respeto y el cariño.Has sido capaz de sacar adelante a tus 8 hijos, y has logrado que seamos hombres y mujeres de bien, como tú siempre has querido. Con el orgullo de un apellido, ORANTES, que significa todo.

Cuanto daría, mamá, por que siguieras aquí. Me imagino cuántas veces levantaste tu mirada hacia ese arco de Elvira que vio tu infancia y adolescencia pasar, cuántas veces te perdiste por las callejuelas de Granada. Cuántas veces bebiste en esa fuente que antaño calmaba la sed de los comerciantes que convivían en una calle ahora tan diferente... Cuántas te quedaste rendida, dormida cerca de la pequeña tienda que tu madre regentaba para sacaros a ti y a tus 5 hermanos adelante. Cuántas noches en vela perfilando las mantillas que lucen las mujeres en Semana Santa, cosiendo para poder llevar ese vestido de domingo que soñabas. Tan coqueta y femenina, tan llena de energía. Cuántas ilusiones acogería tu alma, cuántas añoranzas y risas derrochaste en esos tiempos en los que eras solo esa niña que crecía ajena a la desdicha y la sinrazón de su futuro. Cuánto daría por haberte librado de tanto sufrimiento.

A veces recorro la calle Elvira, donde naciste, y el barrio en el que te criaste, y cada vez lo disfruto más. Antes me inundaba la tristeza, pero ahora te imagino y me llenas el alma de tanto amor y tanta dicha de haberte tenido en mi vida que por un momento siento que estás aquí y sigues a mi lado. Mujer valiente donde las haya, mujer con principios. Ojalá estuvieras aquí para poder escribir ese libro que querías, porque como tú decías, tenías experiencias para hacerlo. Te extraño cada día,estás en mí y eso me consuela pero daría mi vida por otro último abrazo tuyo. Te echo de menos y siempre estás en mi pensamiento y en mi corazón. Hasta que nos volvamos a encontrar... Te quiero, mamá.

Fuente: La Ser

jueves, 7 de diciembre de 2017

¿Existe el matriarcado?

Matriarcado, Shyam Raman
Ejemplos de sociedades matriarcales por todo el mundo y el mito de la ginecocracia

Por Noemí Villaverde Maza en la Revista Mito

Hay numerosos ejemplos por todo el mundo en el que las mujeres, en diferentes esferas de su comunidad, son la base y juegan un papel central. ¿Pero qué es el matriarcado? ¿Son, en verdad, matriarcados, o sólo se trata de un mito occidental?

Hace 13 años, un grupo de mujeres en Kenia creó la aldea de Umoja que significa “la unidad”, en el idioma swahili. Una aldea dirigida completa y exclusivamente por mujeres, donde sentirse protegidas del maltrato y donde ir en busca de ayuda o simplemente consejo.

Rebecca Lolosoli es la matriarca de este pueblo. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad. Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear esta aldea con ayuda de sus compañeras.

Los Mosuo, en China, viven en la región del lago Lugu, un lugar aislado (hoy día para llegar hacen falta 9 horas en jeep) que ha permitido que el sistema de línea materna floreciera y perdurara. Es, quizá, el legado de una época en la que era frecuente que los padres murieran en guerras, vivieran como nómadas o fueran monjes budistas. En ausencia de los hombres, las mujeres recogían las cosechas, daban de comer a las familias e imponían las normas.

Mosuo, David Newbegin
Como en otras comunidades matriarcales, no hay violencia; son comunes el buen trato y la hospitalidad. Entre los Mosuo no tienen ninguna palabra para los conceptos de “asesinato”, “guerra”, “violación” o “cárcel” En este lugar, las mujeres son las únicas propietarias. La herencia se transmite de madre a hija. En cada una de las familias hay una matriarca , y ella cuida y administra todos los asuntos económicos y sociales del clan y de todas sus posesiones: la casa, los campos, los animales domésticos y el alimento. El clan está formado por una mujer, sus hijos, su madre, sus hermanos, sus hermanas y los hijos de esas mismas hermanas. No existen los maridos.

No existe el matrimonio. Los hombres y las mujeres nunca viven juntos; el hombre se encuentra, por las noches, a solas con su amada. Se mantienen enlazados sólo por el afecto, así que cuando éste desaparece nada los liga y se separan. Casi sin excepción, los hombres siguen viviendo, incluso después de ser padres, en casa de su madre, y ayudan a criar a los hijos de sus hermanas.

Frente la costa de Guinea Bissau, en Orango Grande, hay una sociedad matriarcal (etnia Bijagó) donde las mujeres gestionan la economía, el bienestar social, la ley… y el amor. En el tema del amor, son las mujeres, y no los hombres, quienes eligen. Ellas proponen públicamente colocando a sus futuros novios un plato de pescado marinado en aceite de palma roja. Una vez hecha la oferta, los hombres no pueden negarse. Rechazarlo hubiera significado deshonrar a su familia.

Mujeres africanas, N. Feans
Juchitan está en Oaxaca, México. La expectativa de vida es la más alta de México. El 81.6% de los niños están bien alimentados, algo llamativo teniendo en cuenta que la desnutrición infantil en otros lugares de México llega al 80%.

El comercio tradicional en Juchitán ha estado y está en manos femeninas, y se basa en la buena comida autóctona y en la economía de prestigio. En Juchitan se celebran mas de 600 fiestas al año, en las que se produce una constante redistribución de la riqueza material y humana. El honor y prestigio se adquiere mediante estas suntuosas fiestas de abundante comida y bebida.

Las mujeres exiliadas de Sáhara Occidental son los pilares sobre los que se asientan los campamentos de refugiados. Los Comités y Subcomités están dirigidos prácticamente por mujeres en todas las dairas. Ellas mantienen en pie las jaimas, articulan la vida social y económica de los campamentos y llevan, en definitiva, la administración de una supervivencia digna durante los casi 40 años que dura el exilio.

Saharauis, Alvaro León Rodriguez
En Meghalaya, noreste de la India y gran parte del norte-este, no hay ninguna restricción a la circulación física de la mujer, ni en su atuendo. No hay quema de novias, ni infanticidio femenino y no hay ningún estigma social asociado a una viuda para volver a casarse.

Tampoco hay dote: la mujer hereda todos los bienes aquí. Las mujeres dirigen empresas familiares, dominan los hogares y toman todas las decisiones clave de la familia.

Pero la violencia doméstica contra las mujeres está aumentando en Meghalaya. El número de casos de violación y abuso sexual contra las mujeres ha ido en aumento. La influencia del resto de la India y su cultura, llevada a través de las películas de Bollywood, comienza a tener efecto. 

Al fin y al cabo, no se trata de ginecocracias, porque las mujeres no ostentan la autoridad política, sólo la familiar. A nivel político, delegan en un hombre… ¿Entonces, existe el matriarcado?

Joan Manuel Cabezas, antropólogo, explica que lo que existe en occidente es “un mito sobre el matriarcado, fruto de la burguesía occidental europea, y cuyo principal ideólogo fue Bachofen, (jurista y antropólogo suizo) con la publicación en 1861 del libro El Derecho de la Madre. Según Bachofen, en los inicios de los tiempos hubo una época de gran tiranía sexual de los hombres, el ‘Hetairismo’, que causó que algunas mujeres se rebelaran y sometían a los hombres, establecían la familia y los obligaban a casarse.” Así surgió el mito del matriarcado “en el que se relaciona a las mujeres con la sociedad salvaje y primitiva, con la naturaleza, y que se contrapone al patriarcado que se asocia a la sociedad civilizada, política, industrial. Este mito también sirve como argumento para la dominación de los ‘salvajes’ de los pueblos que se estaban colonizando”, añade Cabezas.

“Anular el matriarcado basándose en que las mujeres no gobiernan, a pesar del hecho de que ellas juegan un papel central en otros aspectos, siempre me ha sonado a androcéntrico, rozando la misoginia.” rebate Peggy Reeves Sanday, antropóloga, que como Henrietta L. Moore y muchas otras antropólogas, denuncia el etnocentrismo de la Antropología y del Feminismo. Afirman que la situación de las mujeres no puede medirse con parámetros occidentales porque lo que en occidente es valorado como dador de poder, en otra cultura puede no ser tan relevante.

“Demasiados antropólogos han estado buscando una sociedad en la cual las mujeres controlan todos los aspectos de la vida cotidiana, incluido el gobierno”, dice Reeves. “Este modelo (y una perspectiva muy occidental sobre el poder) no encaja muy bien cuando observas culturas no occidentales, como los Minangkabau. En Sumatra Occidental mujeres y hombres se relacionan más como socios que desean alcanzar el bien común que como competidores gobernados por el egocéntrico interés propio.” Es decir, un matriarcado no es un patriarcado al revés (al igual que el feminismo no es lo contrario al machismo), no es una sociedad en la cual el poder y los recursos se encuentran en manos de las mujeres.

Ifi Amadiume es una antropóloga africana que estudió su propia cultura (Igbo de Nnobi en Nigeria). Su libro documenta que antes del siglo XIX, la cultura Nnobi exhibía un fuerte principio matricéntrico/matrifocal en la organización familiar; madres e hijos formaban distintas unidades económicas autosuficientes. Su sistema de género permitió crear la institución de las “hijas masculinas” (hijas que heredaban el patrimonio del padre y su linaje) y las “marido femeninas” (el matrimonio entre mujeres). Tras el colonialismo británico, el alto estatus social de la mujer fue suprimido por los sistemas occidentales de religión, educación y gobierno basados en principios patriarcales. De esta manera, la autora critica el actual etnocentrismo de los estudios sociales occidentales sobre la situación de las mujeres africanas.

Sin embargo, Britt-MarieThurén, también antropóloga, recalca que “El patriarcado es más o menos universal. Esto hay que matizarlo de muchas maneras, pero en algún sentido, en casi todo el mundo en muy pocas excepciones, las mujeres normalmente tienen menos posibilidades que los hombres de su misma sociedad, de su misma categoría social, etc.”

“Un hombre del público me dijo en una conferencia: “Entonces lo que estas diciendo es que el patriarcado es inevitable, si siempre ha existido y esta en todas partes no hay más remedio” (puso cara de contento ante esta constatación). Pero dije que no, porque hay cosas que nunca ha habido en el mundo y que en un momento dado empiezan a existir, como la agricultura. Los seres humanos estuvimos viviendo miles de años sin agricultura, ¿Por qué no va a empezar a suceder algo parecido con las relaciones de género? Podemos tener una esperanza de la evidencia abrumadora…”

lunes, 4 de diciembre de 2017

Perico el de los palotes era mujer

Carmen de Burgos 'Colombine', hacia 1901.
Varios actos por su 150º aniversario rescatan la figura de Carmen de Burgos 'Colombine', la primera corresponsal de guerra española

"Está tan cercana la muerte de Carmen de Burgos que no es posible con sinceridad enjuiciar la magnitud de su obra. Algún día espero y confío que habrán de revisarse los valores históricos y sociales de esta gran mujer", escribía Concha Peña en el Heraldo de Madrid el 14 de octubre de 1932, solo cinco días después de que Carmen de Burgos falleciera. Las esperanzas de Peña no cundieron. Todo lo contrario. Tras la Segunda República, Carmen de Burgos Colombine quedó enterrada, silenciada, desaparecida y todos los sinónimos posibles de una manera muy eficaz por quienes cumplieron esa misión: la de borrar la figura, la obra y el legado de una de las escritoras más importantes del primer tercio del siglo XX, primera redactora en plantilla de un periódico (hoy casi totalmente desconocida en las Redacciones) y la primera mujer española corresponsal de guerra.

Carmen de Burgos Colombine (1867-1932) nació en Rodalquilar (Almería) un 10 de diciembre de hace 150 años. Durante la primera parte de su vida, la que transcurrió en el siglo XIX, estuvo casada con un periodista, con el que tuvo un matrimonio "insufrible", según lo describe en una autobiografía que años después de este periodo le pidió el escritor Ramón Gómez de la Serna, autor 21 años más joven que ella que sería su pareja sentimental durante dos décadas. De su marido se quedó con lo que le enseñó de su profesión y con su hija, la única que sobrevivió, ninguno de los tres anteriores llegó al primer año de vida. Con el cambio de siglo, De Burgos pareció experimentar un viaje en el tiempo con respecto a la sociedad finisecular. En un momento en el que las mujeres no podían hacer nada sin la aprobación de un hombre y no eran dueñas casi ni de sí mismas, dejó a su marido, aprobó unas oposiciones de maestra y se marchó con su hija a vivir a Madrid.

En la capital tuvo muy claro lo que quería: participar en la intelectualidad del momento, conocer a pensadores y literatos que se reunían en las tertulias de los distinos cafés y escribir, sobre todo escribir. Lo consiguió. Se rodeó de Galdós, de Emilia Pardo Bazán, de Gregorio Marañón, mantuvo correspondencia con Juan Ramón Jiménez... Compartía con ellos la preocupación por el devenir del país, pero le daba su punto de vista: el de una mujer. Escribía desde lo que hoy se llamaría perspectiva de género mucho antes de que exisitiera ese concepto. Era consciente del poder que le daba el llegar a los lectores. Uno de sus primeros reportajes trataba sobre la situación de los niños en las cárceles. Ese fue solo el principio de una prolija carrera: más de cien novelas cortas, una docena de largas, ensayos, traducciones, cerca de 10.000 artículos de prensa, sobre los que versará la próxima publicación de Concepción Núñez Rey. Esta profesora, ya jubilada, del departamento de Filología Española III de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense ha dedicado su vida a Colombine. Hacia febrero quiere presentar los dos tomos de la obra periodística de Colombine, en los que ha reunido unos 300 textos. Este será uno de los actos de celebración del 150 aniversario, también la Biblioteca Nacional ha organizado una pequeña muestra bibliográfica que se puede ver hasta el 9 de diciembre con todo tipo de ediciones de la autora que se conservan en la institución y en el Ateneo de Madrid hay otra, hasta final de año, con portadas de sus publicaciones.
Todos los nombres

El título de la exposición de la biblioteca apela a uno de los nombres con los que se conoció a la periodista: La dama roja, lo que ha provocado cierto disgusto en Núñez, ya que era uno de los términos insultantes que usaban sus detractores, sobre el todo los sectores eclesiales. "Es una reducción que hicieron sus adversarios ideológicos. No perdonaron que una señora rompiera tantos moldes", dice la profesora. También la llamaron La divorciadora por su obra El divorcio en España (¡publicada en 1904!) en la que reunió las conclusiones que obtuvo tras pedir opinión sobre la necesidad de una ley que regulase el final de los matrimonios en una de sus columnas en el Diario Universal. Estas las firmaba como Colombine que pasó a ser el nombre por el que fue conocida. Entre 1917 y 1922, de manera anecdótica, usó el pseudónimo Perico el de los palotes para las reseñas literarias que escribía en el Heraldo de Madrid, periódico que mucho antes, en 1905, ya la había convertido en corresponsal en el extranjero.

En 1909 cubrió la guerra de Melilla (las tropas españolas contra las cabilas rifeñas), donde no solo narró la contienda, también la vida cotidiana de los soldados. Batalló —muy posiblemente literalmente en el hostil ambiente de las Redacciones— por hablar contra la pena de muerte, a favor del voto femenino, de la situación de los trabajadores más desfavorecidos, por abrir una ventana y mostrar lo que encontraba en sus viajes por Europa y América.

El querer vivir su vida y su afán de progreso social la llevaron a ser pionera en muchos campos, incluso en el que la borró de la historia, ya que era la primera mujer que aparecía en las listas de autores prohibidos durante el franquismo.

Fuente: El País

Mujeres pidiendo perdón a sus maridos por los errores cometidos durante el año



Durante el largo período de la historia de México conocida como el porfiriato se extendió entre las clases pudientes un extraño y humillante ritual: al finalizar el año la mujer se arrodillaba frente a su marido y perdía perdón por los errores cometidos a lo largo del año. En justa recompensa a su sumisión, el marido -magnánimo- perdonaba a su esposa los desmanes propios de su veleidoso carácter.

Las revistas y manuales de urbanidad de la época consideraban que por sus atributos y sus características la mujer era apta para la maternidad y las tares domésticas, pero inhábil para ejercer las actividades reservadas a los varones. Se pensaba que la mujer tenía varias obligaciones: la primera de ellas era atender al marido y generar en su hogar una atmósfera de apacibilidad.

“La joven porfiriana, debía ser educada con esmero en la modestia, recogida, amable y graciosa, so sólo ser virtuosa, sino siempre parecerlo. Su tarea era atender el hogar, cuidar de los hijos y guardar fidelidad al marido, obligada a permanecer en la privacidad, fuera del mundo público que estaba reservado solo para los hombres”, describe este texto sobre la época. “No podemos por ello inferir que las mujeres carecían de educación, se les educaba en la costura y confección, e incluso muchas sabían leer, escribir y contar, es por esto que a pesar de su invisibilidad”.

El ‘Manual de las Buenas Costumbres de Carreño’ [.pdf] y que sirvió de guía durante buena parte del porfiriato (1876-1911) explica sucintamente estas “peculiaridades” del carácter femenino:

“La mujer encierra en su ser todo lo que hay de mas bello e interesante en la naturaleza humana ; y esencialmente dispuesta a la virtud, por su conformación física y moral, y por la vida apacible que lleva, en su corazón encuentran digna morada las mas eminentes cualidades sociales. Pero la naturaleza no le ha concedido este privilegio, sino en cambio de grandes privaciones y sacrificios, y de gravísimos compromisos con la moral y con la sociedad ; y si aparecen en ella con mayor brillo y realce las dotes de la buena educación, de la misma manera resaltan en todos sus actos, como la más leve mancha en el cristal, hasta aquellos defectos insignificantes que en el hombre podrían alguna vez pasar sin ser percibidos.”

Porfirio Díaz fue un militar que ostentó el poder en México durante 30 años en el cambio de siglos entre el XIX y el XX. Su larguísimo caudillaje estuvo marcado por una moral estricta y conservadora, y una pretensión de modernización del país. El porfiriato finalizó abruptamente con el estallido de la Revolución mexicana y la huida de Porfirio Díaz a Francia.
Fuente: Público