jueves, 12 de julio de 2018

"Si a Inglaterra le pegan una paliza, a ella también": la campaña que muestra la relación entre la violencia machista y el fútbol




  • Una campaña de publicidad británica ha puesto de relieve que los casos de violencia machista en Reino Unido aumentan cuando juega la selección inglesa
  • Según un estudio de la Universidad de Lancaster, cuando el equipo británico pierde un partido del Mundial los casos de violencia crecen hasta un 38%


Una campaña publicitaria en Reino Unido ha logrado en las últimas semanas la atención de miles de personas. Su imagen muestra la cara de una mujer a la que le sangra la nariz, fruto de una agresión. La sangre, sin embargo, está situada de tal forma que simula la bandera de Inglaterra. Debajo, en letra pequeña, se puede leer en inglés el siguiente eslogan: "Si a Inglaterra le pegan una paliza, a ella también". La frase, en la que se hace uso de juego de palabras, es una referencia directa al Mundial de Fútbol. Un torneo en el que la selección inglesa se juega el pase a la final ante Croacia este miércoles.

La campaña publicitaria -obra de la agencia londinense J. Walter Thompson para el Centro Nacional británico para la Violencia Doméstica- comenzó a divulgarse la semana pasada, justo el día en el que la selección inglesa ganó a Colombia en los octavos de final. El objetivo no es más que concienciar acerca de la violencia de género y la relación que tiene con el fútbol. Sí, con el fútbol. Y más concretamente, con los partidos del Mundial. 

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Lancaster publicado en 2013, durante los mundiales de 2002, 2006 y 2010, los casos de violencia machista aumentaron un 26% durante los partidos en los que jugaba la selección inglesa. Cuando el equipo británico perdía, los casos crecían hasta un 38%. 

"Al igual que los seguidores del fútbol en todo el mundo viven cada partido del mundial con tensión e inquietud, también lo hacen sus parejas", ha explicado Jo Wallace, una de las directoras creativas detrás de la campaña.

La iniciativa, titulada "Un juego no tan bonito", ha aparecido en periódicos, pósteres en pleno centro de Londres y redes sociales. "El aspecto menos conocido del fútbol está directamente relacionado con el objetivo de esta campaña", ha añadido Wallace, citada por el diario británico The Independent.

"Al ver esos datos, nuestro equipo creó casi de forma inmediata la campaña para intentar apoyar a las víctimas de violencia machista durante el Mundial de Rusia, que es cuando están más en riesgo", ha concluido. 

Debido al impacto que ha tenido la fotografía con la bandera de San Jorge, desde JWT han publicado más imágenes con la bandera de Francia o de Bélgica, con motivo de la semifinal que se jugó este martes y que dio la victoria al equipo galo.

Además del estudio de la universidad de Lancaster, estudios previos llevados a cabo por el Centro Nacional para la Violencia Doméstica, la Jefatura de la Policía Nacional británica y la BBC ya habían señalado la existencia de una relación entre los partidos de fútbol y la violencia doméstica. 

Fuente: El Diario.es

sábado, 7 de julio de 2018

‘Déjala trabajar’, el desesperado vídeo denuncia de las periodistas deportivas brasileñas




A través de la campaña contra el acoso, Deixa Ela Trabalhar, en español "déjala trabajar", cientos de periodistas deportivas de todo Brasil se han manifestado este martes en protesta a los abusos que han sufrido mientras realizan las labores de su profesión.

Acoso machista en el Mundial de Rusia 2018


Desgraciadamente, el acoso a las periodistas que realizan entrevistas a pie de calle está siendo uno de los temas más comentados durante el Mundial 2018. Y es que las actitudes machistas de algunos aficionados hacia las reporteras se estan convirtiendo en algo habitual.

La periodista María Gómez, que se encuentra en Rusia para la programación especial de Mediaset, no ha querido quedarse callada ante unos hechos tan inaceptables. Hace unos días, ella misma se convertía en la víctima mientras retransmitía desde una calle de Moscú una previa del partido de octavos de final entre España y la anfitriona. Fue entonces cuando, de golpe, un hombre se abalanzó sobre ella para darle un beso sin su permiso.


Tras este caso de acoso, María denunció lo ocurrido en una conexión en directo para el programa nocturno que presenta Nico Abad en BeMad: “Somos trabajadoras, no floreros ni muñequitas. Somos profesionales y pedimos respeto”.
Días después, tras la derrota de España contra Rusia, la periodista tuvo que pararle los pies a otro aficionado. “Me decías que a ti te parece que el culpable está fuera del equipo. Hablabas de Rubiales”, preguntaba María.“¿Cómo te llamas, guapa?”, le decía el aficionado. “María, pero lo de guapa no hace falta. María, periodista, cuéntame”, le espetaba Gómez.


Acoso a una reportera colombiana

Julieth González Therán era una de las reporteras que se encontraba en la ciudad de Saransk para retransmitir las reacciones de los aficionados ante el partido Colombia-Japón de la fase de grupos. La periodista colombiana estaba en plena retransmisión en directo para el canal de noticias en español de la cadena alemana Deutsche Welle cuando fueacosada por un hombre.

El aficionado se le acercó por su lado izquierdo, la agarró firmemente con ambos brazos y le dio un beso en la mejilla sin su consentimiento. El hombre, además, también le tocó uno de sus pechos, protagonizando así una repudiable escena.




Acoso a una reportera brasileña

Julia Guimaraes, una periodista del programa brasileño ‘Globo Esporte’, se vio obligada a enfrentarse a un aficionado que intentó besarla mientras se preparaba para una conexión antes del partido entre Japón y Senegal.

“¡No hagas eso! No vuelvas a hacerlo, ¿vale? No te he dado permiso para hacer eso. Respeta”, le espetó Guimaraes. “No lo hagas, no se lo hagas nunca a ninguna mujer”, añadió.



Fuente: Mundo   Deportivo

lunes, 2 de julio de 2018

Alquiler de vientres: Arrestan en un “piso granja” de Camboya a 3 intermediarios y 37 mujeres

Algunas de las “madres sustitutas” camboyanas arrestadas. 
Segun ha informado Khmer Times la Policía Municipal de Phnom Penh ha arrestado a 40 personas relacionadas con la practica del alquiler de vientres o maternidad subrogada como eufemisticamente se conoce en Europa.

Los arrestados fueron enviados a la Oficina de Lucha contra la Trata de Personas para ser interrogados. El jueves 21 de junio, la policía allanó una casa en el distrito de Russey Keo y detuvo a un hombre chino, a otros dos intermediarios y a 37 mujeres.

El intermediario chino fue identificado como Liu Qiang, de 49 años, pero los otros dos intermediarios y las 37 madres sustitutas aún no han sido identificados. La policía confiscó una camioneta, un automóvil y una motocicleta.

Camboya prohibió esta practica a través de una instrucción del ministro de Salud camboyano, Mam Bunheng, para frenar a la industria que busca potenciales padres de todo el mundo. También el ministro de Justicia, Ang Vong Vathana, se había expresado en su dia a favor de prohibir la práctica, tachándola de “comercio humano”.

Organizaciones españolas contrarias al alquiler de vientres han pedido que las futuras madres sean protegidas y tratarlas como víctimas de trata gestacional.

Madres de Alquiler Indias hablan del dolor de entregar a sus criaturas

a India es conocida como el hub mundial de la maternidad subrogada, donde las parejas infértiles, muchas de ellas procedentes de la otra parte del globo, acuden a alquilar un vientre. En los últimos años, la ciudad meridional de Chennai se ha convertido en uno de los centros más importantes, con más de una docena de hospitales que realizan el procedimiento y más de 150 madres de alquiler.

La mayoría de las madres de alquiler son mujeres procedentes de familias pobres que participan en esta actividad por dinero. Generalmente se cree que esta “transacción” es puramente comercial, pero tres madres de alquiler han narrado a la BBC sobre los vínculos emocionales que desarrollaron con los bebés que llevaron en su seno durante nueve meses y el dolor que sintieron una vez que el cordón umbilical se cortó.
Traducción: Stop Vientres de Alquiler


S Sumathi, de 38 años, madre de cuatro




Vivo en un barrio pobre de la zona Vyasarpadi de Madrás y vengo de una familia muy pobre. Mi marido es conductor de bicitaxi y gana alrededor de 8.000 rupias (103€) al mes. Yo trabajo en una fábrica de bolsas de cuero. Gano 6.000 rupias (78€) mensuales.

Hace siete años mi familia estaba pasando una situación difícil, habíamos pedido prestado a varias personas 100.000 rupias (1.296€), para pagar la matrícula escolar de nuestros niñxs, y teníamos que saldar estas deudas.

Un día, me encontré con un hombre que trabajaba como agente para una clínica de maternidad subrogada. Me dijo que podría ganar 200.000 rupias (2.500 €) siendo madre de alquiler. Yo conocía a otras dos mujeres de mi barrio que habían sido madres de alquiler, así que accedí.

Pensé, tengo cuatro hijxs, y ahora puedo ayudar a alguien que no puede tener ninguno. Pensé en lo horrible que sería si mi hija no pudiera tener hijxs. Creo que todo el mundo debería tener bebés y quería ayudar.

Nunca conocí a los verdaderos padres, ni supe quiénes eran. Estaba bajo sedación cuando sacaron al bebé. Nunca lo miré. No tengo ni idea de si es blanco o negro, si es Indio o extranjero, ni siquiera sé si es un niño o una niña!

Cuando recuperé la conciencia, mis primeras palabras a mi marido fueron, -”¿Viste el bebé? ¿Es un chico o una chica?”. Dijo que no lo había visto. Le pregunté a mi médico, pero ella no me respondió. – “Usted es una madre de alquiler, usted no debería hacer estas preguntas”- dijo. Pero quiero saber sobre el bebé. Quiero saber donde está, y lo que está estudiando.

Durante tres mese, después de dar a luz, pasé muchas noches sin dormir, tenía dolores de cabeza pensando en el bebé y tenía que tomar medicamentos para tranquilizarme.

Cada año, el 4 de noviembre, el día que nació el bebé, nuestra familia celebra su cumpleaños. Hago todos los rituales que realizo para mis otros hijos.

Ayuno por la mañana, cocino payasam (arroz con leche) y lo comparto con mi familia y vecinos, y visito el templo para orar por el bienestar del bebé y desearle una larga vida.

Siempre me he preguntado si el bebé es como cualquiera de mis otros hijos. Realmente echo de menos al bebé y daría cualquier cosa por verle una vez. Yo sé que no es mio después de todo, pero sé que si lo hubiera visto, no lo hubiera entregado.

Espero que el bebé sea feliz y se encuentre bien donde quiera que esté.

Hablamos mucho sobre ello, nosotros lo llamamos Paapa o Kuzanthai (palabras de Tamil para referirse a bebé o niño) y, a veces, mi familia piensa que quizás habría sido más feliz con nosotros. Pero después, somos una familia pobre viviendo una situación difícil, pensamos que tal vez el bebé está mejor con una familia más rica.

Anandi Chelappan, de 34 años, madre de dos




Yo trabajo en una tienda en la que gano 150 rupias (1.94€) al día. Mi marido trabaja como pintor, haciendo trabajos de pintura en casas de la gente, con un salario diario de 500 rupias (6.4€). Tengo dos hijos – un niño de 11, y una niña de 10.

Hace siete años nos arruinamos. Mi marido estuvo enfermo por un tiempo y tuvimos que pedir prestado 150.000 rupias (1.900€) a amigos, familiares y vecinos, sobre todo para pagar el alquiler.

Cuando propuse a mi marido que podía ganar 200.000 rupias (2.500 €) por hacer de madre de alquiler, se enfadó, pensó que iba a hacer algo inmoral. Pero luego, cuando le explicaron el procedimiento, él lo entendió y estuvo de acuerdo.

Mientras estaba en la maternidad, a mi familia se le permitió visitarme sólo una vez al mes y esto fue muy duro para mí. Me habían advertido de que pasara lo que pasara en mi casa, no podía salir de allí para ir a casa, por suerte no pasó nada fuera de lo normal.

Mi hijo tenía sólo cuatro años en ese momento y me preguntó si iba a tener un bebé. Le dije que estaba enferma y por eso mi estómago estaba hinchado y tenía que estar ingresada en el hospital para recibir tratamiento.

Mi hijo se creyó la historia, pero si hubiera sido mi hija, ella me habría hecho un montón de preguntas. Ella es muy curiosa, pero gracias a Dios, ella tenía sólo tres años y por lo tanto era muy jóven para darse cuenta de lo que pasaba.

Nunca vi al bebé después de su nacimiento. Le dije al doctor que quería verle, al menos una vez. Pero ella me dijo: “No, te hará sentir culpable”. Durante el primer mes, lloré mucho, y mi marido me recordaba una y otra vez “no es nuestro bebé, pertenece a otros, hicimos esto por dinero”.

Yo entiendo que el niño pertenece a sus padres y que yo sólo estaba alquilando mi vientre, pero ya que lo llevé durante nueve meses, pienso que hubiera sido bueno conocer a los padres. No quiero relacionarme con el bebé, sólo quiero verlo en la distancia. Pero ya no se habla sobre el bebé en casa.

Con el dinero que gané logramos pagar todas nuestras deudas y alquilamos una casa por un periodo largo, pero el contrato de arrendamiento se agota el próximo año y estoy pensando en ser madre sustituta por segunda vez.

Por supuesto, mis hijos son mayores ahora y no pueden engañarles de nuevo. Así que voy a decirles que es nuestro hijo. ¿Qué pasará cuando el bebé nazca y se lo lleven? Voy a cruzar ese puente cuando llegue a él.

Jothi Lakshmi, de 30 años, madre de tres niños, 12, 10 y 7 años




Yo trabajo en una fábrica y gano 3.500 rupias (45€) al mes. Mi marido es conductor de bicitaxi y gana 5.000 rupias (65€) al mes.

En 2008, mi marido se fue de casa después de una pelea y se hizo imposible para mí incluso alimentar a mis hijos.

Anteriormente, había donado óvulos a una clínica de fertilidad, así que decidí hacerlo de nuevo para sacar algo de dinero, pero entonces el médico me preguntó si quería ser madre sustituta.

Mi madre y mi suegra no estaban convencidas, y no me hablaron durante todo el embarazo.

Nunca puse los ojos en el bebé y creo que tal vez fue lo mejor ya que si lo hubiera visto, me habría sentido muy culpable por entregarlo.

Fue muy difícil, había sentido los movimientos del bebé en mi vientre, me sentí unida a él, y no pude verlo. Simplemente desapareció. Durante cerca de dos o tres años, me sentí muy mal y perdí mucho peso. Pero ahora no quiero verlo. En casa, no hablamos sobre ello. Incluso desanimo a mi marido de hablar de este tema, porque sé que el bebé pertenece a otra persona. He hecho las paces conmigo misma.