sábado, 6 de enero de 2018

Nüshu 女书: el lenguaje secreto de las mujeres en China




«Los hombres salen de la casa para enfrentarse al mundo exterior, pero las mujeres no son menos valientes al crear un lenguaje que ellos no pueden entender»

Cartas del tercer día.


Sabemos que la Historia la escriben los vencedores, y esta siempre ha sido narrada por hombres para los hombres, convirtiéndose en los máximos artífices de las grandes y heroicas hazañas. La sociedad patriarcal, imperante en la mayor parte de las sociedades, se ha encargado de configurar el rol de la mujer a través de una prolongada subordinación; pero lo cierto es que en el trascurso de la humanidad, en ciertos momentos históricos, las mujeres han tomado conciencia de las contradicciones de su relación con la sociedad, en la que se veían excluidas y oprimidas, y han pasado a la acción, como ocurrió en Francia en el siglo XIX en los clubes de mujeres republicanas que pedían que los tres ideales de la época –Libertad, Fraternidad e Igualdad– se aplicasen también a la mujer.

Si nos remontamos un poco más atrás en la historia y ponemos la mirada en la otra parte del planeta, como vía de escape a una sociedad fuertemente patriarcal, las mujeres chinas inventaron su propio idioma: el nüshu (女书) –aunque hay quien remonta el origen de este lenguaje al siglo III, lo cierto es que la mayor parte de la poca documentación que se conserva sobre él es de época Ming (1368-1644)–, con el que se mantenían en contacto, expresaban sus emociones, sus sueños y sus deseos, sin correr peligro de ser castigadas por ello.

A la izquierda, chino mandarín, a la derecha, nüshu. 

A lo largo de la historia, la mujer en China ha seguido un camino descendente. Es cierto que existen muchas pistas que llevan a pensar a los investigadores en un matriarcado en la zona, donde en numerosos documentos históricos se habla del reino de las mujeres, situado entre el mundo chino y el tibetano –hoy en día sigue existiendo en la zona los Mosuo una sociedad fuertemente matriarcal. Además, en ellos también se menciona a guerreras que quedaban embarazadas por elementos de la naturaleza, y donde los hombres tenían escasa importancia. Asimismo, la arqueología aporta pruebas de un buen número de figuras de diosas pertenecientes a las antiguas comunidades neolíticas. Sin embargo, poco a poco, y a medida que aumentaba la población y los bienes, el papel de la mujer fue quedando relegado, pasando de una posición muy elevada en la dinastía Shang (1755-1122 a. n. e.) –donde se dedicaban a la guerra, a la adivinación y a la dirección agrícola– a quedar plenamente sometida al hombre en la siguiente dinastía, la Zhou (1122-256 a. n. e.); existiendo épocas donde la mujer gozó de cierta libertad, como durante la dinastía Tang (618-705) –donde vemos mujeres combatiendo en el campo de batalla–, o con la ocupación mongola en los siglos XIII-XIV –donde al menos 11 emperatrices se ocuparon de los asuntos de Estado, pues guiaron el país antes de que el nuevo emperador fuera seleccionado. En la época que nos ocupa, la dinastía Ming (1368-1644), la posición de la mujer volvió a tomar un rumbo descendente. Es ahora cuando se enfatizan las enseñanzas confucianas. Así, el culto a las viudas castas se acentuó, alcanzando las 35000 registradas, cuando solo había sido una docena durante la dinastía Song (960–1279). Se produjo una represión contra todo lo que no fuera el ideal del matrimonio confuciano, completándose la subordinación de la mujer al hombre en todos los ámbitos.

Según las investigaciones, al sur de China, en Jiangyong, hace más de cuatrocientos años, las mujeres crearon una lengua que se trasmitiría de madres a hijas: el nüshu (女书), que significa «lengua de mujeres». En una sociedad, como hemos mencionado anteriormente, fuertemente patriarcal durante la dinastía Ming, donde se les negaba la escuela, donde la mujer era tomada por esposa como si fuese ganado, y donde apenas salían a la calle, como dejó por escrito el misionero portugués Gaspar da Cruz en 1556:

«En general ellas no salen, tal es que en toda la ciudad de Catam no se ve ni una sola mujer. Cuando salen no se las ve porque van en sillas cerradas, ni siquiera se las ve cuando alguien va a su casa, a menos que por curiosidades asomen por detrás de la cortina de la puerta para observar a los visitantes cuando son extranjeros.»

Era normal que las mujeres se dedicaran a codificar sus secretos y sus quejas.


Una leyenda relata que la lengua fue inventada por una de las concubinas del emperador, Hu Yuxin, que trasladada desde su aldea natal encontró el modo de escribir en un lenguaje que ningún hombre entendía para comunicarle a su familia que se sentía sola. Bordaba telas expresando sus sentimientos y las enviaba a sus hermanas. Aunque existen distintas versiones sobre cómo se creó esta lengua, todas tienen algo en común: una joven aislada necesitada de expresarse.

Lo cierto es que las mujeres chinas perdían todos los lazos familiares una vez que contraían matrimonio, para convertirse en parte de la familia de su marido. No solo su vida afectiva se veía desamparada, sino que tenían que iniciar nuevas relaciones, viviendo tanto o más recluidas que en Occidente. No es de extrañar que, y según los investigadores, es posible que alguna mujer emparentada con las autoridades lograra aprender a escribir, e imitara la escritura de forma rudimentaria. La difusión del nüshu por mujeres no escolarizadas, rurales y sometidas a las estrictas normas de la sociedad rural, puso al alcance de ellas un código con el que poder comunicarse, utilizando el ajuar, las piezas decorativas de la casa, abanicos, prendas de ropa, objetos de adorno personal, etc. Gracias a esta lengua, las mujeres rompían la soledad que implicaba ser esposas de hombres de otras aldeas, obligadas a vivir en condición de casi esclavas.

Según la tradición, las madres de las zonas rurales del sur de China transmitían el nüshu a sus hijas cuando eran pequeñas, y tres días después de que contrajeran matrimonio, estas recibían El Libro del tercer día, donde en las primeras páginas hallaban palabras en nüshu de felicitaciones y tristeza. Las demás estaban vacías para que fueran su diario.

Con unos 2000 caracteres, el nüshu es una lengua fonética, a diferencia del chino mandarín, que es logográfico –cada caracter representa una palabra o parte de una palabra–. La escritura es de arriba-abajo y de derecha-izquierda. Algunos de los caracteres se asemejan al chino mandarín, y según algunos especialistas, los movimientos pequeños y finos son el resultado de una mano experta en labores manuales, por lo que se cree que las mujeres de las zonas rurales que sabían nüshu no eran agricultoras, sino artesanas. Para muchos, esta escritura es producto de la discriminación sexual; para otros, un refinado tipo de cultura oral transmitida a través de generaciones de mujeres. Casi no ha quedado documentación escrita, puesto que era costumbre quemar o enterrar con las muertas los manuscritos en nüshu.

Yang Huanyi, la última hablante de nüshu.
La lengua de las mujeres no era ningún secreto para los hombres de su comunidad; sin embargo, a ellos no les interesaba. En los años cincuenta del siglo XX, Zhou Shuoyi, un empleado del departamento cultural de Jiangyong, informó a Beijing del descubrimiento de una lengua de las mujeres, dándose a conocer al mundo en la década de los ochenta. En 2004 murió la última mujer que lo hablaba, Yang Huanyi, viuda de un granjero que aprendió el idioma siendo niña, y que confesaba: «hizo nuestras vidas mejores, porque nos ofreció un modo de poder expresarnos». Hoy en día, el nüshu se enseña en Jiangyong, tanto a mujeres como a hombres, y se ha convertido en un recurso turístico para la zona.

El nüshu ha sido el eje conductor en dos novelas del siglo XXI: El secreto del Jin-shei (2007) y El abanico de seda (2005). Mientras la primera narra la historia de una hermandad de ocho mujeres de diferentes linajes del mítico reino chino, Syai, que quedan unidas por un juramento y en el que se comunican en un lenguaje que solo conocen ellas: el jin-ashu –equivalente al nüshu histórico–; en la segunda novela se narra la vida de una tímida niña de siete años, procedente de una familia de campesinos, que es hermanada con Flor de Nieve, con la que se intercambiará mensajes en nüshu, escritos en un abanico de seda, que las sirvientas llevarán de una casa a la otra.


Bibliografía|

CEINOS ARCONES, P. “El matriarcado en China. Madres, reinas, diosas y chamanes”, Madrid: Miraguano SA. Ediciones, 2011.

DALIN, L, “El Imperio del deseo”, Madrid: Alianza Editorial, 2010.

PACI, N., “Nushu, el lenguaje de mujeres”, Agenda de Mujeres, 2012.

ROMERO, R. “The role of matriarchies and patriarchies in social evolution”, Graduate Studies of Texas y M. University, 2008.

SATNE, M., “Nushu, la lengua china, femenina y secreta”, El Psicoanalítico: ¡Mujeres!, nº 7, 2011.

Artículo escrito por Mar Solís y publicado en Témpora

No hay comentarios:

Publicar un comentario