ALEJANDRA AGUDO
Rosa Ojeda, campesina y activista
feminista en Perú, reclama el derecho de las mujeres a poseer las
tierras que cultivan y que tradicionalmente heredan los hombres
Rosa Ojeda |
“Lo más doloroso es que no podamos
poseer la chacra (terreno en el campo)”, lamenta. Ojeda
habla con ternura de las papas que cultiva en las tierras
que le dejaron sus padres al fallecer y de las que sus hermanos se
desentendieron. Y critica que el entrante (pescado) no esté
acompañado de patatas como sí se hace en Perú. Ella suele cocinar
en casa y lo sabe bien. Encargarse del hogar es uno de los tres roles
que cumple la mujer en su país, sobre todo en las zonas rurales,
explica. Los otros dos son el campo y el reproductivo. Pero ella se
cansó hace tiempo de que la mujer tenga que ser sumisa en la cama.
“Yo no soy propiedad de nadie. No somos animales”, se queja. Sus
ideas y su lucha le han costado el rechazo de su esposo y de alguno
de sus hijos. “El impuesto es caro, pero lo pago por todas”,
llora.
Ojeda no tuvo oportunidad de cursar más
allá de la primaria. “La educación estaba reservada a los
varones”, afirma, “pero yo era inquieta y me ayudé a mí misma”.
De adulta, casada y con cinco hijos, empezó a estudiar por las
noches. Primero cursos de capacitación de trabajadoras rurales;
después, enfermería. “Capté que la formación era importante
para las mujeres”. Aunque ganó algunas batallas en solitario en su
provincia —buscando apoyos de puerta en puerta— para desarrollar
programas de enseñanza para sus vecinas, sabía que sola no podría
cambiar las cosas. Por eso se involucró en diferentes asociaciones
hasta que en 2006 se creó la federación de la que hoy es
vicepresidenta. “Ya estamos en 16 regiones y aglutinamos a 126.000
mujeres”, detalla orgullosa.
Nada parece poder frenar la lucha de
Ojeda; ni siquiera sus dolores de espalda por cargar más arrobas de
las que puede soportar. Esta vez el sacrificio ha sido amable. Ha
venido a España —“me he sentido como una princesa en un hotel
con tantos lujos”, confiesa— para explicar por qué es importante
que las mujeres posean la tierra, en el marco de los encuentros
Envivo que organiza Intermón Oxfam. No solo es una cuestión de
justicia e igualdad, dice Ojeda, sino que está en juego la
protección de la tierra. “Somos guardianas de las semillas y de la
chacra”, asegura. Y alerta de que el Gobierno peruano planea vender
algunos terrenos cultivados por mujeres para explotación minera.
“Cuando algún día seamos autoridades —porque también queremos
participar en la política— conseguiremos que no se siembre más
cemento. Mata nuestra madre tierra”.
Fuente: El País
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